Revista Literatura

Daisyonario navideño.

Publicado el 05 diciembre 2011 por Marga @MdCala

Mantecado de limón: Dulce -eso dicen quienes lo han probado- que aguanta impertérrito y bien conservado todo el mes de diciembre, el de enero y se rumorea que alguno ha sido visto incluso en marzo. Lo mejor para ofrecer a las visitas cuando se desea ahorrar.

 

Pata de jamón: Alimento que sólo puede (y debe) cortar el Cabeza de familia (entre ellos suelen competir por ver quién lo hace mejor…) y que,  por tanto, se come poco. La instancia para ver y degustar este particular “solo de violín”, ha de enviarse por triplicado. No se garantiza respuesta.

 

Familia: El conjunto de  miembros que compone nuestras reuniones de Navidad. Fuente de disertaciones, discusiones, disquisiciones y todo lo que rime con tocarte los…  Algunas veces -en ocasiones- se pasa incluso bien.

 

Vestido de fiesta: Ropaje de verano para lucir en invierno, que toda mujer coqueta se precia de llevar en Nochebuena o Nochevieja. Si la cita es en casa de tu madre, ésta se empeñará en taparlo con una buena toquilla, chal o incluso manta de sofá, reconvirtiéndote en simpática abuelita. No estarás guapa pero sí abrigada, que es lo que de verdad le importa a tu madre…

 

Décimo de lotería: Compra que retrasas hasta el final, por aquello de no gastar en el juego, pero que buscas desesperado a última hora para arrepentirte 24 horas después. El ritual se completa con un “al menos, tenemos salud”.

 

Árbol de Navidad: Abeto de plástico, de origen chino, que adelgaza conforme pasan los años, sin mediar dieta que valga. Los colores de los adornos que lo componen van en proporción inversa al nivel económico del hogar en cuestión. Cuanto menor es éste, mayor es el número de colorines y más finito luce. En algunos casos extremos, podríamos hablar tranquilamente de Perchero o Rama de Navidad…

 

Pavo: Comida típica del día 25 que resplandece en el centro de la mesa… hasta que se trincha. Son dos las opciones: o se desinfla y se camufla entre los orgullosos guisantes de guarnición, o está tan “intrínsecamente” seco, que no hay instrumental que lo parta y reparta. Fundamental tener huevos para realizar este plato. En la nevera.

 

Centro de Navidad: Artículo ornamental situado hacia la mitad de la mesa de celebración, aconsejado por las ingenuas revistas, en cuyo punto más céntrico se erige una vela encendida… hasta que aparecen los primeros invitados y deciden apagarla y eliminar el molesto “cachivache” que impide la ubicuidad de otro plato más gustoso y práctico. Aun así, se intenta colocar cada año en un acto de rebeldía decorativa.

Daisyonario navideño.

 

Anís: Única bebida que todos los mayores aplauden y se permiten, llamándola “pajarita”. Por lo visto se convierte en ave con sólo echarle unas gotas de agua. Algo así como los gremlins, pero bebible. Consigue recuperar cánticos ya muy olvidados.

 

Crisma: No confundir con cabeza, ni con secta religiosa calva. Felicitación navideña en desuso desde que existe Internet. Algo que ya sólo practican los preescolares y los abuelos.

 

Belén: Conjunto artístico compuesto por el Nacimiento o Portal, y por diversos pastorcillos y Reyes Magos de múltiples tonos y tamaños. Los niños suelen jugar con “los muñecos”, reescribiendo la historia una y otra vez y recogiendo en “la casita” a todo el pueblo (que la Virgen es muy hospitalaria…). Si no se le añade un “río” de papel “de plata”, el Belén quedará insulso y sequerón. Imprescindible, pues.

 

Árbol de Navidad de la abuela: Mismo abeto antes referido, pero con la peculiaridad de su reducido tamaño y color blanco-copito. Para paliar su frialdad (verde no, que está muy visto), suele decorarse con bolas rojas y brillantes, resultando lo que viene a ser una auténtica tomatera. De impresionante visionado.

 

(Continuará…)

 


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