Apenas queda escarcha con que cubrir las mil siluetas vagabundas que transitan por las aceras, arrastrando pasos viejos y cansados.
Un pájaro en la ventana golpetea ansioso buscando cobijo. Hay alambre en las calles. También en las miradas.
El invierno se abre paso a marchas forzadas sobre el rostro. La niebla ciega un abrazo que no llega, enredado sumiso en el viento.
Y mientras, tus manos escarban en un cuerpo que solo oculta sombras...