Está en la Room 25. La 25 de las casi cien que conforman ese edificio de proporciones gigantescas, con apariencia de piedra neoclásica contaminada, ese típico color de Londres, y un interior que se erige casi como una ola de blanco impoluto. La Room 25, una galería en forma de U invertida, es la que el British Museum dedica a África. Y allí está, con sus tres metros y medio de altura, El árbol de la vida.
Room 25, British Museum
Es curioso cómo a lo largo de la Historia, los artistas han utilizado este símbolo, lo han interpretado a su manera y nos han mostrado su visión de su propia existencia. Seguramente el más famoso es el árbol de Gustav Klimt, sinuoso, colorista y, al parecer, meramente decorativo. Nada que ver con lo que el British Museum tiene en su Room 25.
El árbol de la vida, Gustav Klimt
Mozambique vivió otra de las interminables guerras civiles del continente africano entre 1976 y 1992. Durante ese tiempo, una cantidad ingente de armas entró en el país. Cuando acabó la contienda, las pistolas se quedaron dentro, la mayoría escondidas o enterradas. En 1995 llegó la solución: Transforming arms into tools (Transformar armas en herramientas), un programa puesto en marcha por la comunidad cristiana del país para que los ciudadanos consiguieran herramientas para labrar la tierra, bicicletas o materiales de construcción a cambio de entregar sus armas.
Lo hicieron, sí, y después, cuatro artistas mozambiqueños, Cristovao Canhavato (Kester), Hilario Nhatugueja, Fiel dos Santos yAdelino Serafim Maté, dieron, como otras veces a lo largo de la Historia, su particular visión de la vida. Quizá una cruel metáfora de su pasado reciente; quizá una gigantesca lección de esperanza.
El árbol de la vida, Maputo, Mozambique
El árbol de Mozambique fue construido en Maputo. Desde 2005, es un tesoro más de ese inconmensurable baúl que se hace llamar Museo Británico.