Creo que son unas tres personas las que me han dicho, lo que muchas más de tres personas han de pensar: que mi bebé ya me ha agarrado el punto, que ya me ha tomado la medida, que me manipula, pues. Yo no discuto, pero por supuesto, me dejo "manipular".
AQUÍ la razón científica por la cual es imposible que los bebés muy pequeñitos manipulen; son incapaces de saber que si hacen X, sucederá Y.
Claro que bien pronto empiezan a convertirse en personitas capaces de jalar del cordón que hará que el objeto musical suene, esperando el sonido, es decir: bien pronto sabrán que si hacen X, sucederá Y. Entonces sabrán también que si lloran, pasará aquello que haya estado pasando cuando lloran. En el caso de mi hija, sabrá que si llora, mamá o papá irán a hacer que se sienta mejor, o al menos a intentarlo. Exactamente lo que quiero que sepa.
Si la manipulación es que ella hace que yo haga algo que ella quiere, me parece muy bien que me manipule, porque o quiere comer, o quiere que la cargue, o quiere atención, o las tres cosas al mismo tiempo. Por cierto, empieza a pedirlo con gestos y ruiditos, pero a veces no lo obtiene y pasa a medidas extremas, es decir: funciona como cualquier persona no apocada ni amedrentada: va por lo suyo (en este caso, la comida, los brazos y la madre). El problema, a ojos de algunos adultos, es que a veces no se puede tener lo que una quiere, y los padres deberían dejarlo bien claro desde el principio. Para mí, esa realidad ineludible de que no siempre se obtiene lo deseado, es de las principales razones por las que trato de que ahora, que le toca aprender de qué va la vida, tenga todo lo que tan legítimamente quiere (repito: comida, brazos, madre... a veces, padre). La vida en mucho se trata de ir por lo que legítimamente nos corresponde, y si somos decentes, de ir por ello con modos legítimos. ¿Cuál será el modo legítimo para el crío incapaz de pronunciar una palabra?
Hay muchos adultos que no quieren dar a sus bebés eso que sus bebés quieren. Ahí está mi vecina diciéndome que no le dé de comer en la noche para que se acostumbre a dormir de un tirón hasta la mañana, es decir: que la deje llorar de hambre hasta que se rinda y entienda que ha de hacerse lo que yo quiero y no lo que ella quiere, ¡que es alimentarse! ¿Quién sería la infantil en ese caso, me pregunto? Pero bueno: cada adulto con sus necesidades. Están los que no quieren cargar o no quieren dar atención... o no tanta atención como pide el bebé. No está bien ni mal, somos diferentes y ni queremos lo mismo, ni damos amor de la misma manera. El caso es que yo sí quiero darle a mi niña esas tres cosas que me pide... casi siempre. A veces, por ejemplo, ella quiere atención y yo quiero comer; entonces, tenemos drama; aunque como apresurada y frente a ella, hablándole, no le es suficiente y llora; a veces, a la mitad de la comida, su queja me hace saber que también quiere comer, pero aun así termino mi plato antes de darle, porque aprendí que: o me hacía mis ratos para la comida, o esos ratos iban a ir extinguiéndose hasta que acabáramos mal. Acepto la situación, me apena que la pase mal, la acompaño en su malestar, y en cuanto termino, la tomo en brazos y la consuelo. Tenemos el mismo pequeño drama cuando se acabó su ratito de entretenerse sola, antes de que yo termine alguna tarea doméstica que juzgué impostergable. Y también del mismo modo: le hablo mientras la pasa mal, me acerco a tocarla, me apuro, y en cuanto termino, la cargo y la consuelo. Si parece muy alterada mientras estoy en lo mío, interrumpo y hago un "intermedio" para el consuelo. ¿Que así no va a aprender a "dejarme hacer"? Yo creo que va a aprender que sí me llegan los mensajes y que me importan.
¿Que hay cosas que querrá y yo deberé negarle? Pues sí; pero mientras lo que pida sea comida, brazos y mamá...
Silvia Parque