Revista Literatura

De cobardes y pusilánimes

Publicado el 22 octubre 2014 por Alberto7815

Buena noche:Aquí un nuevo diálogo satírico entre estos dos simpáticos animalejos. Otro brindis por el humor.Un abrazo.
De cobardes y pusilánimes
-Ande, cójase del palito de mi carricoche que nos vamos.-¿Nos vamos? ¿Y eso?-Claro, usted no ha visto el cartel que pusieron ayer tarde en el árbol. Mañana a primera hora van a arar el patatal para prepararlo y dejarlo listo para cuando llegue la hora de sembrar. Si no nos vamos, nos aplastan.-¿Y adónde iremos? ¡Cochinos humanos! Ya me había habituado a los tropiezos de este surco y ahora nos tenemos que marchar. Ale, oruguita, apréndete otra vez suelo, agujeros y hierbas mil…-Ah, no se apure, amiga. Que yo la ayudaré. Con lo bien que se porta conmigo. Ahora me toca a mí devolverle su lealtad.-Ummmm. Magnánimo se muestra. ¿Le han dado algún golpe en el muñón? Con lo comodón que fue siempre desde que nos conocimos…-Necesidad obliga. Además, por la cuenta que me trae… si se viene conmigo tirará del carricoche éste que me fabricó de aquellos dos rebollones.-Ya decía yo. Menos mal que pesa poco. ¿Y qué nos llevaremos?-Yo, poca cosa. Un pelo de lombriz, fue mi primer amor y lo conservo con cariño, el dedal de plástico para beber agua y la piel de aquella patata que me vale de abrigo. Usted tendrá potingues de toda clase…-¿Potingues yo? ¡Una uña de ciempiés! Nada más que un par de tangas de quita y pon y el sostén que sostiene mis curvazas. ¿Adónde propone que nos mudemos?-Fácil. Al tronco hueco de chopo que hay sobre el puente. Allí estaremos a cubierto para pasar el invierno y seguro que no nos molestan. Ande, cójase y empuje y, mientras, cuénteme otra de las suyas.-Vamos. Me dan ganas de darle un empujón que le tire por el barranco, pero… en fin. De humanos cobardes y pusilánimes.-Ah, suena bien. Y no sea traviesa, empujoncitos al carricoche es lo que le pido… Ande… porfa…-No ponga esa voz de pánfilo. Pues no son cobardes los humanos que en cuanto alguien se pone mal con un mal sin cura, se dedican a cotorrear y murmurar. ¡Qué imbéciles! Nosotros sí que somos valientes, usted y yo, que nos hemos quedado aquí sin miedo ni a los topos ni al frío ni al hambre. A los humanos todo les asusta cuando desconocen lo que es. Qué miedo ni qué espina de zarza. Recuerdo a un fantoche que se las daba de fanfarrón valeroso ante su amada y cuando ésta le dijo que sangraba sin saber de qué, huyó cual víbora sin veneno. Y otra, muy ufana ella con su genio de niña de postín y cuando le dijeron que iba a tener que llevar de noche un paquete a la casita de su abuela se puso a gimotear y temblequear.-No nombre a la víbora… no vaya a ser que se nos meriende.-Pues como quiera merendar a nuestra costa… se va a quedar con más hambre…-¡En marcha! Como si fuéramos los reyes de la conquista del Oeste… ¿Conoce eso? ¿Le suena?-Ni idea. Yo de lo que sé es de clubs de alterne y almacenes de rico.-Ah, ya le contaré entonces…-No silbe, que parece el tenor del Yucatán… No vaya a nevar…-Ya le diría yo dónde tendría que nevar…

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