"¿Qué tal? -preguntó la mujer tras incorporarse y limpiarse la comisura de los labios con el dorso de la mano.
-Gratamente sorprendido.
-¿Y qué más?
-Y satisfecho.
-Yo también lo estoy. Sabes bien.
-¿Y yo... te satisfice antes? Si me dices que sí, subirás mi ego.
-Acabo de decírtelo. Sabes usar tu lengua, así que también ha sido gratificante para mí -respondió ella, mientras se recomponía el cabello y se bajaba la estrecha falda que, al haber estado arrodillada, se le había subido por encima del muslo.
-¿Repetiremos?
-¿De qué color son mis ojos?
-Me fijé bien en ellos antes de vendártelos. Son muy expresivos. Castaños.
-Acertaste. No, no repetiremos...".