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De cómo sacar el carnet de conducir se convirtió en una odisea.

Publicado el 30 abril 2012 por Moradadelbuho @moradadelbuho

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Carnet de conducir

Vagos TV

Todo ser humano que cumple los 18 años (o lo que es lo mismo, la mayoría de edad), lo primero en que piensa es en sacar el carnet de conducir para poder irse un domingo de verano por la playa, no tener que depender de otras personas, salir un sábado por la noche lluvioso y así no parecer una bayeta.

En cambio, este servidor, no pensaba en eso, yo lo pensé 9 años después (mi cerebro va en bicicleta) y siempre me decía “el lunes empiezo” y así varias semanas, hasta pasado 4 meses que decidí que era el mejor momento para sacar dicho carnet.

Una vez pagada la matrícula de la autoescuela esa misma tarde empecé a ir a las clases teóricas. En un momento pensé que iban ser aburridas y que iba a ser “técnicas”, pero me equivoqué, dichas clases eran amenas y que de vez en cuando el profesor nos contaba situaciones cuando en las horas donde no daba clases, enseñaba a conducir a los alumnos.

Después de hacer un porrón de test y a no faltar nunca a clase, al cabo de un par de meses decidí presentarme al examen teórico: tenía que presentarme el lunes a las 9h30 en el lugar donde cristo perdió el mechero.

Esperando en la “sala de espera” esperando a que terminen los que se habían presentado a las 8h30 de la mañana (también es mala leche, el examen un lunes a esas horas), decidí hacer una parada al baño antes de entrar y cuando abro la puerta una nube me invade, estaban algunos para examinarse y estaban un poco nerviosos y estaban fumando tabaco normal (mal pensados xD).

Bueno, llegó la hora, salió un hombre bajito, con barba blanca y bonachón y salta uno: “¡Coño, nos va examinar Papá Noel!”.

Una vez dentro del aula, con unas mesas y sillas hechas para niños de parvularios, imaginaros la siguiente situación: Mido 1,83 y las mesas eran tan pequeñas que cuando intenté sentarme me las tuve que ingeniar para ponerme cómodo y si ponía las piernas estiradas le daba con los pies a la persona que estaba sentada delante mía y si ponía sentado normalmente pues levantaría la mesa a la altura de mi pecho, con lo cual tuve que estar con las piernas abiertas pegadas a los lados de la mesa… ¡Un espectáculo!.

Cuando entra un compañero de mi autoescuela y le comento la jugada, Papá Noel (ahora sé a que se dedica el resto del año) me espeta: "¡Oiga usted!, como no se calle, lo echo del examen ipso-facto”.

Teníamos 30 minutos para hacer el examen y una vez terminado dejarlo encima de la puñetera mesa de los cojones y una vez fuera me asaltaron las dudas de siempre: “habré echo bien el examen”, “habré marcado bien las respuestas”, “debería de repasar por tercera vez el examen” y así unos 40 minutos agónicos hasta que no dieron el resultado… ¡APROBADO!.

Al cabo de un mes después de haber aprobado el examen teórico, me llaman para empezar con las prácticas.

Al principio estaba cagado porque antes había echo unas prácticas con mi hermano, pero bueno, el monitor me tranquilizó y me dijo que esto era “coser y cantar” y 25 prácticas después me dice el monitor que estaba preparado para realizar el examen práctico…

A partir de aquí comenzó mi pesadilla:

Examen práctico 1 | La rotonda maldita.
Todo iba bien al principio, haciendo la maniobra de estacionamiento (a pelo, por cierto), respetar los pasos de peatones, hasta que llego casi al final del examen.
-- Por favor, coja esa glorieta y gire a la izquierda y pare en aquella parada de autobús –. Me dijo el examinador.
Yo, como soy una persona precavida y aunque no pasaran coches, pare al borde de la glorieta, miré para ambos lados para ver si venían coches y justo segundos después de entrar en la glorieta, oigo un “PIIIII”, un subnormal se había metido a toda pastilla por la glorieta… Suspenso.

Examen práctico 2 | Me lié con el estacionamiento.
Un día fabuloso, con poco tráfico, casi inexistente. Hasta que llegó la hora de estacionar, me lie de tal manera que la examinadora me mandó bajar del coche… Suspenso.

Examen práctico 3 | La línea continua.
Había echo un examen bueno, mas bien “impecable” diría yo hasta que el monitor nos dio los resultados… Suspenso.
Yo pregunté el motivo de mi “suspenso” y el monitor me dijo que había pisado una línea continua.
--  ¿Yo no oí que gritara? –. Le digo al monitor.
-- ¿Quien? –. Me responde el examinador.
-- La línea… Si la pisé tendría que berrear ¿no? –. Le espeté.

Y se rio el monitor… “que humor tienes”, me suelta.

Examen práctico 4 | La señal tapada.
Después de haber realizado la maniobra de estacionamiento, la examinadora me manda seguir… bien… de repente me encuentro con tres posibles rutas (recto, izquierda o derecha) y como no decía nada, pues decidí seguir recto.

Al cabo de unos segundos el monitor me para el coche y me dice que mire hacia adelante, a lo cual yo extrañado no veía nada “raro”, me vuelve a decir que me fijara bien a lo que yo lo único que veía eran dos árboles.

Cuando me dice el monitor que me fije en el árbol que estaba a mi izquierda veo una señal… una señal de “dirección prohibida”… en ese momento me encendí, pillando un cabreo de la ostia.

Pero para rematar la faena y haciendo que me cabrease más tuve un pequeño rifi rafe con la “examinadora”:
-- ¿Cuántas prácticas lleva hecho usted caballero? –. Me espeta la examinadora.
-- Pues calculo que entre 30 y 35, ahora mismo perdí la cuenta… ¿por? –. Le contesté.
-- Si piensa usted que con esas prácticas son suficientes para que usted sea un buen conductor está muy equivocado –. Me soltó así, sin anestesia ni nada.
-- Ya, será que no tengo el sueldo de un funcionario, ni que usted me las paga –. Le respondí con mala ostia mientras el monitor me hacía señas para que me callara.

Ya con los ojos inyectados en sangre bajo del coche y digo: “Pero bueno, ¿que se cree la mal follada esta?, ¿que me llueve el dinero del cielo para pagar las prácticas?”.

Una vez que todos hicieran el examen y que el monitor diera los resultados se dirige hacía mí y me suelta:
-- ¿Tú estás loco?, ¿como se te ocurre decirle eso a la examinadora? (lo de mal follada, que según al parecer me oyó), como te vuelva tocar no apruebas ni loco.
-- Un momento de calentón y como no me callo las cosas pues eso –. Le solté.

Examen práctico 5 | ¡We are the champions!.
Ese día parecía que los dioses estaban en mi contra, porque me había tocado de nuevo la examinadora (la “mal follada”) y tenía todas las de perder.

Como “venganza”, me metió por los sitios más chungos de Ourense, haciéndome estacionar en una cuesta pendiente, pero yo con la sangre fría realicé un examen perfecto, brillante, impecable…

Al bajar del coche, estaba contento, eufórico… solo faltaba que sonara el “We are the champions”, pero no estaba muy confiado, porque teniendo a los dioses en contra, que me tocara la misma examinadora pues pensaba que tenía el suspenso asegurado por un cruce de cables de la funcionaria.

Pero no fue así, me dijo el monitor que había aprobado, tal era mi júbilo que me daban ganas de agarrar a la examinadora y pegarle un morreo en toda la boca.

Y como “No hay quinto malo”, ese día… ¡por fin!, ya tenía mi carnet de conducir.


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