Curiosamente hay una estrecha relación entre estos dos artículos:
1. El uso del primero puede suprimir la compra del segundo.
2. Se utilizan con fines sexuales: uno para prevenir y otro para lamentar.
3. Ambos se compran en farmacias.
4. El fenómeno que más los une es la VERGÜENZA que uno pasa al pedirlos.
Así es esto. Mucha liberación sexual, mucho feminismo, pero que me diga alguien que el acto de ir a la farmacia y pedir un condón no es como hacer una prueba de trigonometría cuando se ha estudiado humanidades.
Las manos sudan, la mirada se desvía hacia el suelo, se baja la voz y se solicita- cómo que no quiere la cosa-: “me puede dar uno de esoos”.
-¿De que tamaño lo quiere?
Ya se jodió la cosa. ¿Qué debe responder una a eso? Vale si es hombre todos contestarían sin pensarlo el XXL o los chorizo type de Durex pero siendo mujer y normalmente siendo mucho mas realistas diríamos algo así como: “de esos- da igual-”
- ¿Con olor, textura, o extra sensible?
- ¡Por amor de Dior! ya existen también los rascahuele sólo falta que saquen la Chupa-pop sabor condón.
Yo no sé cómo le hacen las parejitas de novietes para protegerse. Yo “nunca-nunca” compré condones hasta ahora de casada pues uno tiene que prevenir la reproducción Critteriana (si no se quiere acabar con la tasa de natalidad en España con mis aventuras desmadrosas).
Aún estando casada, con todo el derecho que mis deberes como ama de casa y mujercita me conceden teniendo como fe de esto el anillo que llevo puesto, sigo pasando vergüenzas -oiga.
No obstante, entiendo esta reacción pues solicitar un condón significa que uno está de suerte.
San Guglé celebra hoy por lo alto. No se puede esconder la miradita pícara, la sonrisa hormonal y la mente cochinona que ya se imagina todo.
Vale, y entonces, ¿qué pasa con el test de embarazo? Si una niña de 16 años- si señores mi Critter seguirá siendo niña y virgen hasta los 30- pide un test de embarazo, vale lo más seguro es que vaya con un nerviosismo de esos que pesan pues ha tenido un retraso y tendrá que desconfirmar que va a hacer a sus padres unos Yayos muy jóvenes.
¿Qué demonios pasa cuando teniendo 30 años uno sigue sintiendo vergüenza al pedirle al dependiente de la farmacia un test de embarazo?
No lo niegue. Esta compra es hecha mayoritariamente por chicas y todas a pesar de querer estar en estado de buena esperanza solicitamos la prueba con culpabilidad- mea culpa, he hecho cositas malas muuuu malas.
Cuando en el caso de la Critter pedí el test, la chica de la farmacia me dijo:- a ver si hay suerte. Claro como la Critter había sido deseada y buscada pues me pareció un buen augurio, pero desearle a uno buena suerte en estos sucesos da uno no se que, que que se yo.
Asi que propongo “protegerse” de la vergüenza con cualquiera de estas dos solicitudes y directamente ponerse una bolsa en la cabeza
Tranquilos- cuando veamos bolsas caminantes por las calles es que hoy fijo follan están de suerte