De cuando logras ser material de cuentos
Publicado el 28 septiembre 2011 por Aracelimasarte @AraceliMasArte
Cuando logras ser material de cuentos solo quieres vivir en la revisión constante de aquellas posibilidades que nunca fueron y son entre las líneas inconclusas que te da la vida.
Cuando logras ser material de cuentos, recuerdas que puedes retorcer madejas hasta dar con el camino que dejaste por miedo, retrotraer el pasado hasta convertirlo en futuro nuevo. Remendar rotos y descosidos que trajo el tiempo, recalcular errores y elegir cometer otros nuevos. Recalibrar que hay vida que se aleja de tu querido ombligo. Elegir ser malo para luego ser bueno, recomponer partituras que luego se llevará el viento para que acaricien caras ajenas que nunca acariciaran tus manos deseosas de roces de pieles llenas de vida o atraer piles calientes que buscan huecos por donde colarse como protagonistas o secundarios de un cuento nuevo o, alejar pieles resecas que mueren llenas de lamentos para dejar que la lluvia les quiebre sufrimientos y atraparlas en encrucijadas nunca visitadas para soplarles gotas hasta lograr que reluzcan con el brillo de la vida más intensa.
Ser material de cuentos, es ser libre como las mareas que cubren orillas y desnudan riscos de peñas frías y tiesas hasta reencontrar arena fina que hace que tu baile pueda ser el de la brisa que mueve granitos de un lado para trasladarlos a otro lado y nunca dejarlos quietos.
Ah, ¿Tú eres AraceliMasArte? ¿Como haces y de donde salen esa locura de cuentos? No hay amigo que no esté ya allí impreso, no hay experiencia vivida que no esté viviendo colada por los miles de renglones que conforman esas palabras que parecen quietas. No hay subida o bajada que si no fue más que imaginada no contenga el deseo de ser transitada y entre idas y venidas, dimes, cuentos, y más cuentos. Entre líneas, eso si, queda solo enredado algún que otro miedo que al ser contado va deshaciendo perfiles para adecentar nuevas vidas y experiencias.
No hay presencia, vida, elemento, objeto, proyecto o idea que no sea susceptible de convertirse en perfecto material de cuentos y los cuentos, como cuentos son, tienen la habilidad de transformar negruras en paisajes luminosos en menos de cuatro renglones y medio. Más rápido que la vida y las estructuras que ésta se empeña en crear para jugar con ellas, es el espacio que queda entre la realidad y los contenidos que van acumulándose, día, tras día y experiencia tras experiencia, aquel que da a lugar, a generar el infinito mundo de las probabilidades donde tú, la taza de café, la hoja que baila acariciando mi ventana o tu marca pueden vivir sin más ocupación que la de vivir aventuras para compartir con millones que te esperan impacientes y con las naricillas pegadas al desarrollo de tus noticias como si fueran amores en la eterna impaciencia de encontrar un pequeño espacio o recoveco para bailar junt@s compartiendo experiencias.
Somos lo que somos pero lo que somos puede ser contado de miles de maneras y si puede ser contado y así, a lo bruto reventado en infinitas gotas, cada gota puede adquirir vida propia para cambiar lo que aparentemente somos por el que somos increíblemente mejorado.
Digo yo con mi mala lengua que me gustan las líneas onduladas de los cuentos porque nací allí, donde te cuentan un hecho vivido por 20 y 20 versiones distintas tienes del mismo hecho. Allí, donde no es la coherencia de la línea de tiempo, sino la efervescencia que ésta línea oculta en cada cuerpo, lo que satisface las ansias de cháchara ante un café, después de la hora de comer.