A mi niña no le gusta incomodarse. A nadie le gusta; pero a mi niña, menos que al resto del mundo. Y es como la princesa del cuento de La princesa y el guisante, que se incomodó con el guisante debajo de veinte colchones. (Podría pensarse que así son los bebés, pero conozco otros bebés... no he pasado una noche cuidando a ningún otro, pero conozco algunos.) A mi B, parece como si cualquier cambio de una cosa a otra, le incomodara. Pero también es muy resistente; es a prueba de fallos de papás primerizos y mamá poco habilidosa.
Lo que se hereda no se hurta. Unas por otras.
Silvia Parque