Se besaban las parejas y yo, a solas con Nerudadebajo de un árbol que lloraimpregnando los amarillos recuerdos del poetacon lágrimas nocturnas y desoladas.Esperé .Llegué como siempre, demasiado temprano así que, esperé.El sabio dolor del silencio me acompañóamortiguado por canciones baratasque salían de un puesto de comidasEsperé, primero con ansias, después menos animada.
Esperé leyendo, caminando, hablando con desconocidos,miré mi reloj invisible que sólo marca minutos de espera.Irremediablemente, llega tarde;si es que llega.Huelo tormenta de ausencia esclarecedora.Desfilaron los primeros diez minutos, casi arrastrados;pasaron los quince casi sin poder pasarpasó la medio hora y por fin llamó...-No voy a ir-y no fue.
Me quedé con Neruda ,
y el árbol llorón,patéticos los tres.