Revista Talentos

De justicieros y piratas originales

Publicado el 01 octubre 2013 por Perropuka

De justicieros y piratas originales

Autoridades cochabambinas cantando a viva voz como acto de desagravio (Foto: Opinión)


Este país no tiene remedio. Sumido en las tinieblas, en el baile perpetuo rumbo al abismo. Hace doscientos años que aspira a la modernidad, sin embargo, lo único que ha conseguido es una identidad caricaturesca, digna de lástima. No somos nada y aún así nos consideramos el ombligo del continente, el centro irradiador de “revoluciones” y otros proyectos floridos de dudoso calado. Muchos aventureros trastornados por alucinógenos o por literatura de la Nueva Era quieren venir a beber de nuestra sabiduría, elaborada en una paila de supersticiones atávicas. Chicha de ideas disparatadas como para alfombrar las calles. Como si la circunstancia geográfica nos hubiera bendecido automáticamente para dar lecciones a diestra y siniestra. Y todavía tenemos la ingenuidad de exigir que nos aplaudan las ocurrencias.
Muy ocurrente fue nuestro rey chiquito de la imponente figura que fue a dar la lata en el auditorio de la ONU. Habla como si soplara una trompeta oxidada. Muy original plantear de su parte la conformación de un tribunal exclusivo para juzgar a Obama, culpable hasta de provocar huracanes por un pestañeo suyo. La Madre Tierra clama venganza por el atropello constante a sus hijos. De pronto, ya no le basta el título fatuo de proclamarse como el líder antiimperialismo de toda la galaxia. Sueña con ser el guachimán de la paz mundial. Pretencioso justiciero de la capa arcoíris. El enviado de los dioses para desterrar la corrupción capitalista que embarga a todo el orbe, haciendo chasquear su chicote cósmico. Virginal, incuestionable, transparente, rebosante de integridad, la humanidad suya exudaba ríos de intachable moral. A la vista de ese rostro severo, moralizador y enérgico, hasta los asientos vacíos temblaban. Si eso es legitimidad, que me parta un rayo.
Si Evo fue a regañarle a Obama en su propia casa -un gesto valiente que será recordado por generaciones de socialistas de último momento y otros pirados-, también pudo aprovechar la tribuna internacional para causas más justas y serias, como denunciar el constante abuso de aduaneros chilenos a camioneros bolivianos, últimamente hostigados con cualquier excusa, violando flagrantemente el Tratado de 1904 que establece el libre tránsito hacia determinados puertos del Pacífico. Colas interminables de camiones no entran en la preciosa agenda de Su Excelencia, más preocupada por promocionar su rocambolesco liderazgo y dar rienda suelta a sus resentimientos. El chiste es que se hable de él entre todas las cosas.
En vez de estrellarse contra el imperio, como un carnero tozudo que embiste a todo, se detuviese a reflexionar sobre los intereses reales del país. Pero la reflexión no es lo suyo. Sus delirios de sentirse perseguido ya no encuentran asidero en ninguna parte. Pierde el tiempo solemnemente con tanta bravuconería y amenazas que solo alimentan el anecdotario. Entretanto, todos los bolivianos pagamos los platos rotos y cargamos con las risas condescendientes a nuestras espaldas. Una singularidad pintoresca somos en boca de todos. Porque el show debe continuar…
Hablando de piratas, no solamente navegan en las aguas procelosas de África oriental o surcan el aire dispuestos a asaltar las naves sagradas de los guerreros de la dignidad. La piratería está a la vuelta de la esquina, con muestras constantes de saqueo cultural. Los gobernantes no hacen nada salvo rasgarse las vestiduras con actos pueriles de desagravio. Jamás llevan los casos a instancias internacionales que es lo que debería importar. Evo nunca ha pisado las oficinas de la Unesco. En vez de importunar y jugar al paladín de los desarrapados haría bien en promover leyes sobre bienes culturales o exigir su cumplimiento. Por eso no nos tienen respeto y los mercachifles musicales de otras partes actúan impunemente.
Hace semanas que se denunció que el segundo himno de Cochabamba había sido pirateado vulgarmente por un grupo peruano de música folclórica. Estos oportunísimos ladrones culturales se esforzaron lo suficiente para copiar todo el texto, reemplazando topónimos como “Cochabamba, rio Rocha, Tunari” por los de su pueblo querido. Así nos enteramos de que existía una tal Quillabamba o “pampa de la luna”, tierra de unos lunáticos que se quisieron pasar de listos más bien. Y todavía tienen el desparpajo de promocionar su engendro como un “bonito tema del recuerdo”, como si fuera una canción del ayer; recuerdo de hace pocas lunas, querrán decir.
¿Por qué Evo no movió un pelo para denunciar estos robos descarados al patrimonio cultural boliviano en vez de tanta cháchara insulsa que despliega en todo foro internacional?...ya lo sabemos, la indignación se queda en anodinas notas de protesta que Cancillería hará llegar de oficio, seguramente. Por una vez sería positiva tanta alharaca y generar conciencia masiva ¿A quién le importa que autoridades regionales organicen un día del desagravio como el efectuado ayer, con trajes de época incluidos? Así hayan declarado patrimonio histórico a la canción de marras y se hayan acordado del nombre del compositor. Con papeleos solemnes y pergaminos no resolvemos nada, mucho menos con bailecitos en la plaza principal. Este es un día histórico, dijeron, no se sabe si por los árboles que se mecieron al son de ese hermoso taquirari o por el baile pata de palo que las autoridades se dignaron brindar a modo de homenaje. 
Para su consideración:

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