Hace rato estaba pensando en todo ese asunto de los docentes… en mi área (diseño gráfico) pronto dejé de verlos como seres con todas las respuestas para que pasaran a ser una suerte de ensayo de clientes, algunos difíciles, otros no tanto.
Sin embargo, ahora que he vuelto a la escuela (¿Quién cuernos me manda iniciar una segunda carrera?) me doy cuenta de que es la humanidad la que se interpone entre el conocimiento y el alumno. Si, la humanidad del docente. Me explico:
El docente es un ser humano (hasta aquí bien, ¿no?) que tiene apegos y aversiones, que se levanta de malas y con flojera, a veces hasta puede andar de buenas, vamos, como tú y como yo… pero también como tú y como yo, a veces le da por odiar a alguien por su apariencia, porque adorar a otro porque le recuerda a alguien, etc. ¿voy bien?
Entonces es cuando se hace presente el filtro del humano: uff!! juancho me cae mal por ese cortecito de pelo, ugh! clase de historia de la calabaza… con lo que me chocan las calabazas.
Los conocimientos que adquirimos pasan a través del filtro del profesor, aun mejor, las calificaciones que recibimos pasan por la percepción que tiene el profesor de nosotros y entonces se interpone la humanidad del docente.
Sin embargo es la humanidad lo que hace a la docencia valiosa, entonces ¿hasta donde se vale la humanidad en la docencia? ¿Cuál si? ¿Cuál no?
Sería de gran ayuda para los profesores comenzar a reconocer cuando una opinión les está entorpeciendo su trabajo para entonces librarse de las opiniones tóxicas y que no ayudan al desarrollo grupal del alumnado, pero para eso se requiere de mucho trabajo de introspección, terapia y (diría el monje) zazen
Sospiro…