Revista Literatura

de la docencia y el docente

Publicado el 27 julio 2017 por Sandygallia

Hace rato estaba pensando en todo ese asunto de los docentes… en mi área (diseño gráfico) pronto dejé de verlos como seres con todas las respuestas para que pasaran a ser una suerte de ensayo de clientes, algunos difíciles, otros no tanto.

Sin embargo, ahora que he vuelto a la escuela (¿Quién cuernos me manda iniciar una segunda carrera?) me doy cuenta de que es la humanidad la que se interpone entre el conocimiento y el alumno. Si, la humanidad del docente. Me explico:

El docente es un ser humano (hasta aquí bien, ¿no?) que tiene apegos y aversiones, que se levanta de malas y con flojera, a veces hasta puede andar de buenas, vamos, como tú y como yo… pero también como tú y como yo, a veces le da por odiar a alguien por su apariencia, porque adorar a otro porque le recuerda a alguien, etc. ¿voy bien?

Entonces es cuando se hace presente el filtro del humano: uff!! juancho me cae mal por ese cortecito de pelo, ugh! clase de historia de la calabaza… con lo que me chocan las calabazas.

Los conocimientos que adquirimos pasan a través del filtro del profesor, aun mejor, las calificaciones que recibimos pasan por la percepción que tiene el profesor de nosotros y entonces se interpone la humanidad del docente.

Sin embargo es la humanidad lo que hace a la docencia valiosa, entonces ¿hasta donde se vale la humanidad en la docencia? ¿Cuál si? ¿Cuál no?

Sería de gran ayuda para los profesores comenzar a reconocer cuando una opinión les está entorpeciendo su trabajo para entonces librarse de las opiniones tóxicas y que no ayudan al desarrollo grupal del alumnado, pero para eso se requiere de mucho trabajo de introspección, terapia y (diría el monje) zazen

Sospiro…


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