No hubo rima para el treina y uno.
No la poesía ni susurro alguno.
Hubo tu cuerpo siempre oportuno
y de tu mano pan, café y desayuno.
De mañana acurrucada tu espalda,
en el abrazo tierno de la sábana.
Tus ojos profundos de esmeralda,
en la mirada tierna que emana
de saberte cerca, de tocarte cerca.
¿O hubo rima para el treina y uno?
Y mar en distancia a mí te acerca.
Siempre tu voz, siempre oportuno.
La fiesta es licor si es de tu boca,
la boca es esa fiesta tuya de miel,
se levantan al aire todas mis rocas,
en cada tacto tuyo, piel con piel.
Quizás sí hubo la acordada rima.
Quizás reposa ya cubierta esa cima.
Pero hecha o incompleta tú eres de acá la luz.
El cálido clima.
Conmigo. Sin cruz.