Revista Talentos

De la patria el alto nombre…

Publicado el 08 agosto 2014 por Perropuka

De la patria el alto nombre…
De la patria el alto nombre/ en glorioso esplendor conservemos… dice la última estrofa de las “sagradas notas de nuestro himno” que desde chicos nos han machacado en la escuela. Y de qué manera conservamos ese esplendor al tener a un exterrorista (actual vicepresidente) y a un exalcalde que “estuvo como invitado” en la tortura pública de indefensos animales (hoy presidente del Senado) como los más importantes “padres de la patria” junto a Evo Morales, conformando una suerte de santísima trinidad de los últimos tiempos. Pagados de sí mismos, orondos, bien sentados luciendo medallas históricas, en la Casa de la Libertad de Sucre, nada menos, donde un 6 de agosto de 1825 se reunieron los primeros constituyentes para ver nacer la República. Y verlos ahí, respirando historia, con los retratos de Bolívar, Sucre y otros patriotas engalanando el salón, mancilla el legado de aquellos miles de compatriotas que murieron por una Bolivia independiente. La inmoralidad se ha apoderado de la patria, o lo que signifique esta difusa entelequia. ¡¡Morir antes que esclavos vivir!! , reza el glorioso colofón del mismo cántico. Para lo que sirve.
Así pues, el nuevo aniversario nos pilló a mitad de semana, con este vergonzoso cuadro y otras solemnes muestras de pintoresco patriotismo. Toda la tropa de congresistas fue trasladada hasta la capital constitucional. Y toda la tropa de regimientos escogidos para darle un aire marcial. El que no viaja no es patriota, parece que fue la consigna. Capital de un día nada más, para sahumerios ancestrales, misas “interreligiosas”, desfiles colorinches y platitos costumbristas para contentar a la tripa, comenzando por el fabuloso chorizo chuquisaqueño. Paga la hucha del Tesoro General de la Nación,  como siempre. De fondo, los juglares folclóricos alegraron la sobremesa de los jerarcas, delegaciones diplomáticas y otros insignes invitados. Patio mudéjar español, suave murmullo de fuente de agua, bailes típicos y risotadas. Impresionante jarana de grotescos califas, eunucos y odaliscas. Bolivia está de fiesta, decían. Ellos solos.
Evo el Austero, como ya es norma, procedió a leer su discurso (las únicas ocasiones en que nos consta que lee) en mensaje teledirigido a la plurinación (todos los canales estaban conminados a sintonizar la imagen oficial del evento, al extremo ridículo de que una red privada sacó en pantalla el ribete de “gentileza de canal 7”).  Por media hora seguimos la transmisión, oyendo a Su Excelencia acerca de los interminables logros de su bienaventurado gobierno, especialmente en el campo de la economía, donde al parecer su etéreo liderazgo doblegó a las potencias emergentes para que éstas subieran los precios internacionales con su insaciable voracidad de materias primas. No olvidó, además, de felicitarse por la construcción de plantas termoeléctricas para que en pocos años nos convirtamos en el “centro energético del continente”, amén de llevar el gas domiciliario, con su foto en cada barrio, como regalándonos un recurso que no es obra suya, pues con todos sus desmanes esos gobiernos “neoliberales y traidores a la patria” descubrieron tales reservas gasíferas y firmaron los contratos con Argentina y Brasil. Esa renta que ahora paga la gasolina de su avión y los viáticos de sus funcionarios e invitados internacionales. Su cacareada nacionalización no ha descubierto ni una sola molécula de gas y se vanagloria de industrializar el país a ritmo de cohete.
Tan industrializado está ahora el país que, las escasas fábricas que mandó construir a precios exorbitantes no son rentables, ni trabajan ni a media máquina. El millonario satélite solo sirve para retransmisión de televisión, como asegura una experta francesa. La rimbombante Agencia Boliviana Espacial todavía sueña con lanzar una mosca al espacio. La pretendida industrialización del hierro del Mutún ha sido un absoluto fracaso y se ha corrido a patadas a la empresa india Jindhal Steel después de prometerle las mejores condiciones. Han instalado un laboratorio experimental en el salar de Uyuni para decir que ya fabricamos baterías de litio. Han puesto a técnicos a ensamblar laptops con partes chinas -como lo haría cualquier capacitado en su casa- para obsequiar a los reclutas del ejército y a algunos colegios, con la efigie del caudillo, of course, a ver quién compra las flamantes Quipus cuando las exporten; Apple y Sony tiemblan ante la noticia. Como temblando me quedé cuando el caudillo anunció en el mismo discurso que pronto también exportaremos chía, miel de abeja y estevia. Lo dicho, la nueva Canaán, tierra donde corren la leche y la miel, nos prometió el imberbe tata Moisés. O en palabras del propio vicepresidente, para “el 2025 (año del bicentenario) seremos una potencia continental”. Ínfulas que desgraciadamente cuelan en el imaginario de la gente, que serán refrendadas en octubre con una lluvia de votos.
Un 6 de agosto lanzaron la primera bomba atómica, un día de ignominia para la humanidad. Un 6 de agosto, un confeso terrorista (parafraseando el espíritu de su propia ley: “los delitos contra el Estado no prescriben”) y un salvaje promotor del degüello de perros, se sentaron en la palestra del sitio más sagrado de la república o lo que queda de ella, un día de ignominia para Bolivia. La patria, si es que existe, debería estar de luto.
---------------------------------------------------------------- PS. Por motivos personales me alejaré del ciberespacio por algunos días. Retorno el lunes. Buen fin de semana.

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