Cuando mi hermano me dio aquel manual de instrucciones de una alarma del auto. Todo inglés. Vocabulario no-tan-avanzado-pero-no-tan-fácil. Fue ahí cuando empecé a ver mi futuro como traductora dudoso.
Tal vez es solo ahora. Tal vez una vez que llegue al nivel Proficiency en inglés y tras 4 años de universidad sea capaz de traducir un simple manual sin tener que romperme la cabeza.
Pero no solo se trata de que me haya resultado difícil encontrar la correcta traducción a cada jodida palabra. Sino queme cansé, me aburrí, me agobié. Y aquí es donde mi defecto de ser extremadamente perfeccionista y detallista realmente me causa problemas, porque hasta que no tenga perfecto sentido para mí, no estará listo. Y he ahí el dilema, jamás tenía sentido porque no estaba entendiendo nada de lo que traducía. Si ese manual fuese para mí, me vería tan imposibilitada de usarla como mi hermano. Eso sí que me da rabia.
Es que, si no soy traductora, ¿qué más puedo ser? Aparte de ser cazadora de vampiros y/o detective privado. Una estrella de rock y/o esposa de un millonario. No es tan fácil encontrar algo que me apasione y que yo sea hábil en ello.