Qué suerte la mía, porque en mi etapa adolescente no existieron las redes sociales. Afortunadamente no me retraté de mil maneras diferentes en menos de 2 minutos. Por suerte, iba a patinar o a dar una vuelta con mis amigas y nadie sabía por dónde me movía o salía. Alegría de saber que puedo volver atrás y borrar, digo olvidar voluntariamente aquellas locuras. Apenas tengo fotos de mi peto vaquero color turquesa y desmontable (un verdadero horror ahora pero que por aquel entonces causaba sensación) ni tampoco de cuando tenía el pelo cortado a la taza o usaba pañuelos en la cabeza a modo de sombrero.
Estos chicos de hoy no podrán decir lo mismo. Cualquiera de nosotros podría averiguar qué hace su primo de 15 años cuando queda con los amigos, qué sitios frecuenta, qué ropa viste o cuáles son sus gustos musicales a través de las redes sociales.
Ellos no podrán recordar con añoranza su adolescencia, no podrán volver atrás para verse tan ridículos y tontos como nos vemos los demás cuando pasan los años... No podrán renegar de haber vestido de tal o cual manera, no podrán negar que escuchaban a Justin Bieber o Miley Cyrus. Simplemente porque ellos tendrán siempre presente su adolescencia en un álbum de fotos virtual del que afortunadamente mi generación escapa (¿?).
Qué suerte la mía :)