Imagina que estás en una playa. De pie frente a un viento embravecido y el rugido de las olas. A solas y con los pies sobre la arena aspera. Y el cielo, sin quedarse atrás, amenaza con lluvia eterna. Se te encoge el corazón como un animalito asustado y lo que quieres es salir corriendo. Pero alto, no escapes aún, mantente firme. Siéntate y resiste hasta que se muera el miedo y el frío no te queme la piel.
Al sentarte, te dedicas a escribir en la arena, y aunque las olas y el viento borren tus letras, tú sigues escribiendo. Escribes tu resolución, hasta que el mar cansado de borrarla se tranquilice y le convenza al viento de auyentar a las nubes negras.
Y entonces las palabras ya no serán necesarias.