Esa es la expresión que mejor explica cómo pasamos nuestro primer día del padre los tres. El sábado por la mañana amanecimos papá y yo tempranito con la idea de desayunar tranquilamente, aprovechando que a la peque le gusta dormir por la mañana. Como se quedaba sola en la cama, la envolvimos con la técnica del swaddling, que la tranquiliza un montón, normalmente se duerme en cuestión de segundos. De todos modos y por si acaso, la dejamos rodeada de almohadas, más o menos así:
Mientras nos preparábamos el desayuno escuchamos de repente un llanto desgarrador a través del intercomunicador. Papá fue corriendo y se encontró a la pobre Valeria en el suelo, llorando envuelta en la manta y con la nariz como un tomate. Con manta y todo, se había dado la vuelta y boca abajo, se había arrastrado como una oruga, "escaló" la almohada y se cayó al suelo. Como estaba envuelta ni siquiera pudo tener el reflejo de poner las manos y aterrizó con la nariz, pobre mi niña!!!
Papá y yo nos asustamos muchísimo, vimos que no sangraba, pero tenía la nariz roja e hinchada, con moquitos sanguinolientos. Lo primero que pensamos es que se había roto la nariz, así que tal como estábamos, sin desayunar y con la niña en pijama, nos fuimos corriendo al centro de salud. Cuando llegamos ya Valeria se había calmado, no lloraba y estaba de buen humor. Le toqué la nariz y vi que no parecía molestarle mucho, así que pensamos que no debía haberse roto. Cuando nos tocó el turno, la pediatra la examinó, le miró la nariz, oídos y garganta, vio que no había sangre, le palpó la nariz y nos dijo que aparentemente estaba todo bien, pero que por precaución nos derivaba al hospital a que la viera un maxilo-facial.
Allá que nos fuimos, con el susto en el cuerpo. En la sala de espera Valeria estaba de lo más contenta, dando grititos y "llamando" a todo el mundo. Cuando nos le tocó el turno la examinó un traumatólogo infantil. Nos dijo que no estaba roto y que no hacía falta que la viera un maxilo-facial ni tampoco hacerle radiografías, puesto que es muy pequeña. La indicación fue observarla durante 24h porque no dejaba de ser un golpe en la cabeza y Dalsy para el dolor. A Valeria no dejaban de decirle que qué buena era y es que no hacía más que sonreír!! Papá y yo nos sentíamos fatal, la verdad es que nos quedamos muy disgustados con nosotros mismos por no haber previsto la caída. Sobra decir que desde el sábado el suelo de nuestra habitación parece una nube, completamente forrado con mantas, edredones y almohadas, por si acaso.
Así quedó la nariz de Valeria:
El sábado por la tarde, aprovechando el buen tiempo, fuimos al parque, a Valeria le encantan los columpios!
Y ayer, ya repuestos del susto, aprovechamos para darle la bienvenida a la primavera:
Esperemos que dure el buen tiempo!!