Hoy me despertaste con las ganas de casarme con tus silencios, de ser ese frío calor que derrite lo que te aniquila dejándote sin fuerzas. Buscarte esa sonrisa entre las peregrinas sombras de los senderos que te crucen, ser esa amante ocasional de hostales perdidos cuyas facturas se pierden entre las de la luz y la del gas de un suicidio por morder en los aviones del olvido.¿Y si nos mojamos en vodka rojo con ralladuras de limón, que mañana ya es viernes? ¿Nos saltamos el arrebato y nos damos como cuando nos cambiaba la voz, como cuando, como dos desconocidos nos descubríamos sin poder dejarnos a solas?Empecemos por recorrernos como por una ciudad sin murallas y asaltémonos las ansias hasta dejarnos sin ganas de caminar por sendero alguno.Nos falta la voz.Me acurruco en tu espalda, me besas la nuca, y como un ovillo desmadejamos el tiempo en trombas de abismos que ya no nos alejan, acercándonos de a poquitos al enjambre de nuestra piel, pero desenredándonos del pasado y cubriéndonos de besos con sabor a sinnostalgias por pintar para seguir con el cincel haciéndole un escorzo a la memoria, y hacerla renacer aún más viva.Y volvemos a repetir oleajes y mares de China en la singladura de nuestros puertos, despertando viejas esquirlas en la piel.
No le atemos cuerdas al noray. Aleteemos nuevas islas.Seamos puertos sin anclajes ni alquileres de barcos que se estanquen en nuestra orilla.
Seamos sólo un somos; éste que somos, mientras nos dure el aún...