De oca a oca
Este hombre que se estremecesiendo el mejor poeta de su casa,
que deambula por las calles
de una ciudad vecina del infierno
y rompe las postales
que nunca nadie le enviara,
canta aún en la ducha
con jabón incluido en los ojos,
salta de oca a oca sobre los charcos.
Este hombre de los sesenta de otro siglo,
que viste bermudas, camisa ancha
y desea morir con los mocasines puestos,
llora, ahora, hojas de margaritas muertas
y cree en los desheredados,
en la brisa de levante de cara al mar y sus caracolas
a la espera, en la espera
de una ración de abrazos y besos.
Este hombre existe
no es un simple poema.
Carlos Gargallo (c)
