Revista Diario
De parís a new-york en un bol
Publicado el 22 marzo 2013 por Evamric2012Hoy Nico, desde su rincón: El rincón de Nicolas Jarque me ha dado una de las más grandes alegrías de estas últimas semanas. Él y todo su equipo La Radio en colectivo me han llevado hasta Valencia y han leído uno de mis textos en la terreta.Gracias Nico a ti y a todos los miembros de La Radio en colectivo.¡¡¡Te debo una cervecita!!!No dejéis de visitar su blog, es un excelente microrrelatista.Y ahora , aquí va el texto que se incluía en la temática de las ciudades, con la canción del grupo Téléphone New-York avec toi (Nueva-York contigo) : Se preguntó desde cuándo tenía tantos silencios por colmar, como aquellos viejos chinos ingleses, recién liberados tras tantos años de colonización silenciosa. Supongo que su mutismo era semejante al hastío y tenía tintes de indiferencia, pero ni ella misma lo sabía.Y es cierto que hiere el silencio, y por momentos duele más que la palabra que como un cristal roto te corta la lengua ante los vacíos de un interlocutor mudo.Supo de sobra de que están hechos los silencios que callaba, pues logró adjetivarlos todos, y darles un matiz premeditado con el transcurso del tiempo.Y de ahí surgió el dilema, que nace de un tan lejos y un tan cerca, visto desde cualquier altura, desde esta sopa china que remueve, o desde cualquier ciudad en la que las siluetas no son más que fideos que sigue digiriendo. Por extraño que parezca, si escribe es porque dicho acto tiene la semblanza de las melancolías que se alimentan de todos esos fideos hechos de cemento.Calla más de lo que dice y sólo él lo sabe.Tus locuras y arrebatos sólo lograron perfumar su estancia de sosiegos. Aprendió a calcular los suyos, a esperar y repetir las mismas frases, a saber qué silla vacía ocupaba. Contigo aprendió a darles de comer a los buitres, de su cuerpo se alimentaron tus fantasmas y sus miedos.De lejos observa cómo siguen girando los fideos que como el cemento de esos edificios tan bien alineados se remueven en el mismo viejo y podrido caldo. Hace tiempo que mastica los fideos sin que ya le cueste digerirlos. Y así es, y por eso escribe y remueve las palabras, las plancha y las erige desde la altura. Aislada, ora ebria, ora desembriagada de todas ellas, y con vistas a la lontananza de un rascacielos de Hong-Kong que acaba de pedir prestado.Con los ojos arrugados y oblicuos, pero bajo una nueva manta, ya descolonizada en su Hong-Kong ya tan propio y tan ajeno, libre de pliegues por planchar, escribe. Sempiterna ida sin más vueltas. Una ida simple, sin un destino, oteando desde las alturas. Un paso a paso, una marcha infinita, un verse caminar a ras del suelo pero siempre desde un rascacielos… paradójicamente con el asfalto que se pega en las suelas de sus zapatos, a la realidad de un presente, puro cemento, como por descuido y paulatinamente. Está en París y lo sabe, por sus venas corre Pigalle, Saint-Germain y esa Maga que volaba con la escoba hasta llegar a hacer estallar el silencio con su magia.Giran los fideos que ya no remueve, se hunde aquel hueso que nadaba en la sopa china del bol agrietado y liberado. Visto desde la altura, queda hoy todo ese amasijo de palabras. Erigidas, altivas, sin tambalearse, a pesar de los movimientos sísmicos, protegidas y escondidas en lo alto de una madriguera hecha a medida.La vida es tan predecible que no ha lugar para ningún sueño de no dejar que penetren por alguna fisura . Todo es cálculo y espera y algún tenue filtro de ilusiones. Por eso remueve la sopa, y contempla cómo se golpean en ella los torpes fideos de un caldo transparente y translúcido. Aquel caldo se desparrama entre las grietas de la decadencia del obsoleto y ajado bol chino, puro objeto en el sigilo de un despertar en calma. Mañana se comprará uno nuevo, pero habrá de ser mañana, cuando desde su ventana de siempre, vislumbre de nuevo el mar.Tan lejano desde estos fideos de Hong-Kong que remueve en París como una autómata, títere mudo del destiempo.Zarabandista de un sueño, que en verdad sólo sueña y ha soñado desde siempre, pero con vistas a un New-York no muy lejano, desde que de New-York a París recién se acaba de alimentar con un nuevo swing, bailando entre aquellos fideos chinos, bajo las sombras férreas de la Tour-Eiffel. Gracias Nico.