"Cómo hemos cambiado", cantaba el grupo Presuntos Implicados a principios de los años 90. Por aquella época, ninguno de los que ahora superamos la treintena podíamos albergar la más mínima sospecha sobre cómo y hacia qué iba a derivar la industria del videojuego. No obstante habría que preguntarse si, de haber sabido entonces lo que se nos avecinaba en materia online como juegos sin pulir y con contenidos extra a menudo abusivos (entre otras cosas), quienes ahora echamos pestes del asunto no habríamos aceptado dichas "novedades" al igual que lo hacen en gran parte los jóvenes de ahora pero no es de esto de lo que quiero hablaros en este post. El tema en cuestión que quiero tocar es el cambio que ya puede empezar a verse en la forma que tienen algunas compañías de vender sus creaciones. Dicho de otra forma, como el videojuego está pasando de ser un producto para convertirse en un servicio...
Hasta la llegada de Internet nada cambió en la forma de adquirir un videojuego. El procedimiento, tuviéramos el sistema que tuviéramos, siempre fue el mismo: ir a una tienda como la de la fotografía que encabeza este post y comprarlo de la misma forma que adquirimos cualquier otro bien de consumo pero hace unos años, y tras un periodo de tiempo en el que las posibilidades de la red no se explotaron más allá del juego online (hablo de las consolas, por supuesto), con la salida de la Xbox 360 y la PlayStation 3 un mundo nuevo se abrió ante nosotros. Por vez primera nos encontramos con juegos en formato digital además de con otras cosas que, con el paso del tiempo, se han ido añadiendo para ofrecer al jugador una completa experiencia multimedia. El último gran paso que se ha dado ha sido el de ofrecer juegos con gran cantidad de contenido a posteriori, dosificado y actualizado poco a poco para que la gente se mantenga enganchada al mismo el mayor tiempo posible. Ejemplos de esto son cualquier propuesta de corte multijugador masivo como World of Warcraft o el más reciente Overwatch, y que cuentan con millones de jugadores en todo el mundo.
Resulta pues obvio que, al menos en este género, la premisa es la ya descrita de ofrecer un producto base que, con el tiempo, acabará pareciéndose muy poco a cómo comenzó. Lo que sucede es que los MMO (Multijugador Masívo Online) ya no son la excepción sino que otros juegos han "copiado" su sistema, y muy probablemente serán cada vez más. El caso más claro que me viene a la mente es el del Street Fighter V, un juego que se lanzó al mercado siendo poco más que una demo que se ha ido ampliando con diverso contenido con el paso de los meses. Este modelo ha sido muy criticado pero lo cierto es que el juego se sigue actualizando y si lo hace es porque la gente lo compra y lo juega, especialmente en torneos dedicados. Si los contenidos extra (que fueron el paso previo a lo que acabo de comentar), tan habituales en los juegos actuales y que también levantan ampollas en buena parte de la comunidad, acabaron estandarizados en todos los sistemas, nadie puede asegurar con pleno convencimiento que esto de comprar un "juego" que se irá completando con el tiempo no vaya a seguir el mismo camino.
No obstante, tener al jugador enganchado a un juego concreto es solo una parte de lo que las grandes compañías buscan para sacar de ello todo el beneficio posible. El siguiente paso, que ya se está dando aunque a pequeña escala y que poco a poco parece ir ganando adeptos, será jugar por streaming en la Nube prescindiendo de un hardware dedicado. Ya se hace con la música, el cine y las series de TV por lo que es lógico pensar que el mundo del videojuego, que mueve tantas pasiones (además de millones de dólares/euros) será tarde o temprano el siguiente. De hecho ya existen propuestas como PS Now de Sony, Beam de Microsoft o GForce Now de Nvidia, que invitan a olvidar cualquier reticencia hacia la no necesidad de tener el juego en posesión para disfrutar de él. Otra cosa será que lo consigan...
Recuerdo cuando, en 2013, Microsoft presentó la Xbox One como un sistema conectado permanentemente a Internet y sin formato físico. Las reacciones negativas fueron algo que todavía permanece vivo en el recuerdo de quienes vimos aquello y nos dimos cuenta enseguida de la "cara B" del asunto. Aparte del tema del control absoluto de cuanto hiciéramos en la consola (una realidad ya desde 2005, cuando salió la Xbox 360), ¿qué pasaría si, por algún motivo, nos quedábamos sin conexión? En efecto, que no podríamos jugar como ya sucede, por ejemplo, con el juego de Mario que Nintendo ha sacado para dispositivos móviles. Y por ahí no estábamos ni estamos dispuestos a pasar.
Nos encontramos aún en un punto intermedio de la transición pero, nos guste o no a muchos, en mi opinión el futuro del videojuego pasa inevitablemente por convertirse en una opción más para ser disfrutada sin intermediario alguno y directamente en el monitor o la televisión a través de Internet. No es algo que vaya a suceder de la noche a la mañana pero es cuestión de tiempo que sea así. Los más veteranos, si no queremos sumarnos a la nueva corriente, habremos de conformarnos con lo que tenemos a nuestra disposición, que no es poco y que a diferencia de lo que cualquier compañía pueda ofrecer, lo tendremos siempre ahí sin tener que depender continuamente de la red ni estar preocupados por la posibilidad real de encontrarnos el día menos pensado conque uno o más de nuestros juegos favoritos han sido retirados de un determinado servicio, no pudiendo por tanto volver a jugarlos nunca más o, al menos, hasta que decidan volverlos a poner.
Si va el mundo del videojuego por mal camino o no, eso depende ya del juicio de cada uno. Lo que yo os puedo decir (una vez más) es que dicho camino a mí no me gusta en absoluto y cuando llegue el día (que llegará) en el que todo sea jugar por streaming... Cuando llegue el momento en el que de ninguna forma aquello que juegue pueda ser mío... Cuando no pague por uno o varios juegos sino por el derecho a poder jugarlos... Cuando todo eso ocurra tengo bien claro que para mí se habrá acabado mi idilio con esta forma de entretenimiento en lo que se refiere a material moderno. Afortunadamente existen alternativas y estoy convencido de que no seré el único que deje marchar el tren de los servicios para continuar disfrutando con muchos de los productos que todavía están a nuestro alcance.