Cuando has llevado el periodismo en vena, cuando has probado el gusanillo del viaje, por muchas transfusiones que te metas haciendo traducciones, e/o intentando calmarte trabajando para cualquier Ministerio, está ahí dentro y a la menor llamadita, si te piden algo, saltas, y coges el primer avión, tren o lo que se presente. No te da para quedarte quietecito ya en lo que te queda de vida, ni puedes ya hacer calceta a los pies de la chimenea ni collares en cualquier isla desierta del Caribe.Y lo peor es que con el paso de los años (me estoy haciendo mayor) me lastima ver hoy a la gente que lee lo que les meten y con ello hacen un popurrí mal digerido de lo que van leyendo por aquí o por allá y te lo sueltan sin analizar antes, y van mezclando las noticias que van a relacionar sin ton ni son.Me explico; por ejemplo, no se puede meter en el mismo saco a las guiris de los San Fermines pasados con las violaciones ocurridas desde hace años en países musulmanes como en el caso de Egipto este verano para defender el maltrato. El cóctel demagógico y la comparación sería tan ridícula como hacer una paella con chuches, o ponerse a la altura del gobierno actual, que ahora nos dice que sólo las mujeres hospitalizadas +24h serán clasificadas como víctimas de violencia de género. ¡Ay!A lo que iba, cuando has ido a buscar la noticia al epicentro, que no te cuenten vainas, ni te mezclen lo imposible por defender una idea trastabillada. Lo triste es que ahora, todo lo que nos va llegando, la mayoría son noticias de Agencia, y te las vomitan sin más. Y hala, sálvese quien pueda. Y a twittear con lo enviado, a hacer con ello un buen all i oli, y a eructar con un buen infinitivo.El caso es que recuerdo un viaje, a Oviedo, de esos de : ¿te apetece cubrir esto sobre la Memoria Histórica? Y ni corta ni perezosa, cogí el primer vuelo para allá. Llamé a una amiga y le dije “¿puedes acompañarme?” en lo que ya estábamos viajando rumbo a la ciudad que hace la siesta con un tufillo a olla podrida. Y conste, que estas palabras no son mías, sino de Clarín.Llegamos al aeropuerto que es pequeñino, y de ahí cogimos el autobús rumbo a la capital asturiana.Al llegar a la ciudad, que es pequeñina también, nos dirigimos al hotel.Era tarde y teníamos hambre. En recepción, Jorge, (supimos su nombre por una plaquita que llevaba colgada en el pecho) nos saludó, nos dio las llaves de la habitación, intentó vendernos unos décimos de lotería, y subimos a ducharnos y a cambiarnos para ir a cenar.Mi amiga es una rubia platino y yo por aquel entonces llevaba el pelo más negro que el carbón.
Así que tras una buena ducha, bajamos la rubia y la morena, y Jorge, nos soltó: - ¡¡¡Jooooooooooodeeeeerrrrrrr vaya cambio!!! Esto, se le escapó al chico.
Jorge siguió su interrogatorio y nos volvió a preguntar para qué estábamos en Oviedo. Y yo le contesté que para trabajar.A lo que él nos soltó una miradita pillina y una sonrisita de esas de guiñarte el ojo.
Le preguntamos al tal Jorge que dónde nos darían de cenar a esas horas. Y él, nos indicó y nos dio un par de direcciones. La verdad es que Oviedo es pequeñina… y hubiésemos encontrado algo solas y sin problemas.
Saliendo del hotel nos dirigimos a la calle Gascona, para empezar con unas sidriñas.Y en una sidrería, Carmela, va y me dice:
- Mira Eva, lee esto - y le da un ataque de risa, de los imparables…- lo leí y era un reclamo de publicidad.
NUEVA REMESA DE RUBIAS Y MORENAS HA LLEGADO A OVIEDO. TARIFAS ROMPEDORAS. Llamar al …
Con lo que me dio el ataque de risa a mí también. Y soltamos al unísono: " ¡¡¡Jorge!!!".Y los que estaban en la mesa de al lado, empezaron a reírse también al vernos reír a carcajada limpia, y a preguntarnos que de qué nos reíamos tan a gusto si podía saberse. Imposible contar nada en esos casos en los que la risa es contagiosa.Acabamos con aquella peña recorriendo las sidrerías de la calle Gascona, y cenando en un restaurancito cerca de la estatua de Woody Allen.Llegando al hotel Jorge nos preguntó :
- ¿Qué tal les ha ido la noche?
Y Carmela le contestó:
- ¡¡¡Ufff!!! no lo sabes tú bien.
Y yo añadí:
- Es que primero hay que tomarle la temperatura al lugar, pero ya verás como mañana, va a ser un sin parar…
Jorge nos miraba con ojos de búho trasnochado, nosotras empezamos a liarla cada vez más. El caso es que no nos tocó la lotería, pero el artículo salió bien, y Gijón, Oviedo, Cangas, y alrededores quedarán de por siempre grabados en mi memoria, así como la cara de Jorge, y todo lo que llegó a pensar de nosotras (quienes,la verdad sea dicha, no nos cortamos un pelo para alimentar su morbo) por lo brujas y malvadas que fuimos con él.
Tras recordar esta anécdota y sin poder evitarlo, le mandé a Javier un correo en el que le decía:
“No, Javier, no pienses mal, porque no acertarás”…
Y así, de paso, y tras el recuerdo intempestivo de esta anécdota, deshice otra frase hecha…