Entra en la habitación. Sale. Vuelve a entrar y de tanto buscarse se pierde en sus tabiques nasales que le impiden respirar.
Cuando intentó salir de sí mismo su otro yo empezó a decirle que a él no le gustaba el nuevo laberinto que le había impuesto.
Sin nosotras ellos no serían ni tan siquiera pron(h)ombres.
Mi naturaleza anda un poco alterada climáticamente, o será mi ciclogénesis, pero que sepas que esto último me lo pediste tú, para evitar publicar tu "pitopausia" en el muro de tu Facebook.
Entran en el habitáculo, apenas se hablan. Mudos de palabras se lanzan insultos ahítos de silencios (...).
Bajo el puente de los suspiros exhalé mi último aliento. Y la luna se hizo cómplice de un suicidio gástrico que dicen se llevaron algunas tramposas mariposas que sólo tenían un voraz apetito tras su huelga de hambre.