DE VELASCO A ODRÍA VARIAS VECES AL DÍA.
Escrito por Jorge Morelli. (@jorgemorelli1).
Parece que un día el Presidente se levantara con el fantasma de Velasco y el siguiente con el de Odría.
Parece que nos tomara el pelo aparentando cambiar de rumbo para marear a los espectadores de ambas orillas sobre sus verdaderas intenciones. La vieja táctica militar de “ver sin ser visto”, de engañar a todos de manera que nadie sepa en realidad a qué atenerse respecto de sus intenciones, puede ser útil si se trata de desconcertar al enemigo, pero para gobernar es una pésima idea. Tarde o temprano todos se cansan de adivinar sus intenciones y concluyen que en realidad no tiene ninguna y está a merced del fantasma de turno.
Dada la emergencia en que nos encontramos ante el giro de la economía global que no nos favorece, le daremos una vez más el beneficio de la duda a este su nuevo avatar que nos anuncia siete medidas para destrabar la inversión. Esperemos que ahora sí habrá encontrado el equilibrio que busca desde el inicio de su gobierno.
Hay, sin embargo, una advertencia más allá del juego político virtual. Entre la magnitud del retraso acumulado de la inversión y las siete medidas anunciadas no hay relación proporcional. Es poco y tarde. Y ciertamente ya no sirve hablar, el gobierno tiene que mostrar decisión política. “Nosotros votamos con los ojos” dice el pueblo cuando ya no cree en palabras. A esa situación lo ha conducido el propio Presidente con sus cambios de identidad.
Perdida su legitimidad de origen en las urnas, el Presidente necesita sustituirla por una legitimidad de la eficiencia que sostenga la gobernabilidad cuando pierda, más adelante, la mayoría parlamentaria.
Para el Presidente es hora de despedirse de sus fantasmas de turno y aprender a gobernar.
