Es mi primer día en el trabajo. T. entra en la oficina, y comienza a mirar a un lado y a otro, buscando algo. La mayoría de la Santa Infancia, en un modo u otro, ya me ha saludado. Él, aunque me ha visto, no ha dicho nada:
_ ¿Puedo ayudarte?- le pregunto. Me gusta fingir que mi oficina es una oficina normal, y que yo soy la secretaria perfecta
_ La Nena… ¿dónde está?
_ En casa
_ Oí que estaba enferma…
_ Sólo fueron unos análisis raros,- le explico-, y nos tuvimos que quedar un poco más
_ Pero… ¿está bien?
_ Sí, está bien
_ ¿Y cuándo vendrá?
_ Luego la traigo
_ Vale… entonces me quedo para verla
Y así, cuando traigo a la Nena, T. recupera el control de la sillita de paseo, y, como ya hacía antes de Navidad, le da cien vueltas por el porche. A veces se para, y le dice cosas bajito en el oído. La Nena se ríe.
Estamos contentas de haber vuelto.