Estoy de acuerdo con Ana en que la eliminación de los deberes puede ser perjudicial para esos niños que tienen dificultades para seguir el ritmo de la clase y puedan quedar descolgados del resto en caso de no reforzar las materias diariamente en casa, pero al mismo tiempo considero que ese motivo no justifica que todo el alumnado tenga que soportar una carga diaria de trabajo tan grande que no les permita desarrollar prácticamente ninguna actividad que no sean las tareas escolares.
He leído muchas opiniones a favor y en contra de los deberes durante este fin de semana, en el que lo mejor de la huelga convocada por la CEAPA es que se ha abierto un debate público sobre este problema.
Porque sí, para mí es un problema, no como persona afectada por la excesiva carga de deberes de sus hijos, porque pocas veces he tenido que ejercer de profesora particular o ayudarles a estudiar, siempre han sido autónomos en sus obligaciones y sólo he sufrido la soledad de no disfrutarlos entre semana porque se pasaban la tarde encerrados en sus habitaciones “haciendo deberes”. Como decía, lo considero un problema, una deficiencia de tantas en nuestro sistema educativo, y por tanto apoyaría cualquier iniciativa para erradicar cualquiera de sus aspectos negativos.
Nuestro sistema educativo no sólo es obsoleto, también ineficaz si nos remitimos a la tasa de abandono escolar y a los resultados en los estudios comparativos con otros países. Llevamos tantos años centrándonos en las notas y los exámenes que se ha perdido completamente la finalidad de la educación en una sociedad: enseñar.
Hace unos días el tutor de mi hija (1º de Bachiller) me daba la razón en que los alumnos han perdido el interés por aprender, la presión por las notas ha matado la curiosidad y ha convertido el estudiar en una tediosa obligación que ocupa prácticamente todas las horas del día. Dicho profesor se declaraba contrario a evaluar mediante exámenes, la reválida si se imponía al final le parecía una monstruosidad, y me reconocía que se mandaban demasiados deberes, pero finalizaba con un “es el sistema que tenemos”.
Algunos profesores se han tomado esta huelga como un ataque a su autoridad, a mí no me lo ha parecido. Primero porque no se ha llamado a no hacer los deberes nunca más, sino a dejar los libros durante el fin de semana. Me parece algo tan de sentido común que no entiendo como alguien puede estar en contra de que los niños y jóvenes puedan descansar de deberes durante dos días a la semana. Las agendas escolares a veces son más complicadas que las de un directivo de una multinacional, y planear una tarde de cine es a veces imposible entre libros de lectura obligatoria, trabajos de varias páginas y exámenes de la siguientes semana.
Pocos adultos aceptaríamos de buen grado que el jefe nos obligará a llevarnos trabajo a casa todos los días, y por supuesto, que los fines de semana también le dedicáramos gratis unas cuantas horas. Y no me vale la excusa de que están invirtiendo para su futuro, esto es como el presentismo laboral, con las horas diarias de clase debería bastar para formar, sin necesidad de horas extras. Es como el profesor que se autodefine como exigente porque es muy difícil aprobar en su clase, a mí sólo me demuestra que no sabe enseñar su asignatura, pocos profesionales se colgarían medallas ante un resultado negativo de su trabajo.
La escuela debería ser un espacio donde se fomente la creatividad, el interés por aprender, la curiosidad y que buscara potenciar las aptitudes innatas de cada niño. Conforme van creciendo se les debe enseñar a comprender la información, a cuestionar lo que les llega, a investigar, a buscarla de forma correcta. Van a vivir en un mundo donde van a poder acceder a miles de contenidos en cuestión de segundos, donde va a ser más importante aprender a interpretarlos que aprenderlos de memoria. Deberían tener profesores que supieran manejar los recursos que la tecnología actual ofrece, y para eso claro, habría que renovar el sistema actual.
Mi pregunta es: ¿se puede? ¿o no se quiere?