1.- Reducir la inversión en educación pública por primera vez en treinta años.
2.- Aumentar el presupuesto para el concierto con centros privados (incluso de los que segregan por sexo).
3.- Disminuir la inversión en formación del profesorado.
4.- Recortar las plantillas en las Escuelas Oficiales de Idiomas.
5.- Rebajar el presupuesto de mantenimiento de los centros: equipamientos, agua, electricidad, calefacción, etc.
6.- Colocar las universidades en la cola del reino en financiación por alumno
7.- Acabar con la gratuidad de los libros de texto.
8.- Dedicar un presupuesto ridículo a la prevención de riesgos laborales.
9.- Recortar las plantillas de profesorado para la atención de alumnos con necesidades educativas especiales.
10.- Dejar de financiar movimientos de renovación pedagógica y reducir el presupuesto para varios programas educativos.
¡Y todo esto sin hablar de su política lingüística!