-¿Qué sientes por André?-Lo amo.
-Eso me temí.
Mis manos no dejaron de sudar mientras ella me hablaba que no lo podía olvidar, que esos días felices seguían siendo de ella; sin embargo, no de él.
-Yo te amo solo a ti.
-No sigas, Samuel.
Volteó el rostro para no mirarme. Estaba llorando. No me había percatado cuándo esas lágrimas se deslizaban en mis mejillas. Y la verdad es que la amaba.
-¿Me puedes dejar solo?
Se paró y se fue. Me sequé las lágrimas con mis manos. Susurré:
-Pero, él no te ama-cogí mi valentía en mis pecho y absorbí la vergüenza en mí-. Yo, sí.