Poner la decoración:
Si nos guiamos por las campañas navideñas de los centros comerciales, la fecha aproximada bien podría ser mediados o finales de septiembre, porque ¿qué iban a poner después de la campaña de la vuelta al cole sino? Aunque para los más remilgados, digamos que justo cuando deja de hacer tardes de terraza y el frío aprieta nuestros labios y encoge nuestros cuellos.
Visto desde un punto de vista menos comercial, y más lógico por otra parte, podríamos decir que principios o mediados de diciembre, aunque claro, mediados de diciembre... ¿No pilla ya muy cerca del día D?
También hay quien decora la casa casi a la crítica, dos o tres días antes de Nochebuena, pero también, realmente es cuando más pega poner toda la ornamenta.
Quitar la decoración:
El tema de la retirada de artilugios decorativos ya es otra historia. En los centros comerciales apenas han comido las uvas, o abierto los regalos de Reyes los más rezagados, que ya están cambiando la decoración para adaptarse a la de las rebajas. En cuestión de horas pasas de vivir en la barba de Papá Noël y entre la paja del pesebre, a encontrarte entre una horda de buscadores de chollos que ya tienen bien olvidado el espíritu navideño.
Luego tenemos una versión casera de lo anterior, que quitan la decoración de la que comen el roscón en el desayuno de Reyes, o los que esperan a terminar de comer. Pero que técnicamente sería lo suyo, porque se supone que ese día acaban las navidades del todo.
También tenemos la versión extendida, que por hache o por be -curiosa expresión- lo van dejando un día, otro, y otro más, hasta que sin darse cuenta, pueden cambiar las figuritas del belén a una versión "33 years ago" porque ya hemos llegado a Semana Santa.
Y es que en esto de la decoración navideña, como en otras muchas cosas, no hay un cuándo, ni un cómo, ni un por qué que nos contente a todos.
Yo por mi parte, me adelanto tanto en la decoración navideña, que antes de ponerla, ya la he quitado...
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