Si es un ascensor y es de la competencia, lo primero que hago en principio es desconfiar de la seguridad, - Míralo, si es que no tiene salida de emergencia.– Me digo, le falta la escalera de incendios e incluso carece de manguera, pues todos sabemos lo proclive a los incendios que son los ascensores ajenos, mira el de Tarzán, todo hecho de bambú, me consuelo al saber que por lo menoshay una ley en la que se prohíbe fumar dentro de ellos.
Además adolecen de la inexcusable falta de terraza ajardinada y cocina alicatada hasta el techo, no suelen tener hilo musical, ni conexión wi-fi, defectos que seguro les incapacitan para pasar la correspondiente revisión del ministerio de industria.
Si es una escalera mecánica, no paso ni una falta, según me monto, lo primero que noto es un infame traqueteo, clon clon clococlon, es el bolero de Ravel lo que está sonando en la maquinaria oculta, siento que estoy siendo transportado encima de la cadena de un carro de combate.
Que diferencia con nuestras escaleras, no estoy seguro, pero la escalera de Jacob, creo que la montamos nosotros, es lo que tiene ser una empresa centenaria. Por cierto, ¿Quién llevará el mantenimiento? Habrá que avisar al departamento comercial para que prepare un presupuesto, supongo que habrá que entregarlo en el Vaticano o en cualquier sucursal, por ejemplo en la Almudena creo que se podrá presentar.
Y que voy a decir de las excelencias de nuestros ascensores, el mismo San Pedro los utiliza para transportar las almas de los justos al cielo, aunque me asalta una duda. ¿Tendrá en el ascensor un botón con el símbolo infinito para el final de trayecto? Si no es así, tendré que hablar con ingeniería para que diseñen una botonera con ese símbolo, nunca se sabe, en cualquier momento hay que estar preparado por si nos toca pulsarlo.