No me lo creo, no me puede estar pasando otra vez. Otra vez esa sensación de ser una completa estúpida por haber confiado en que por fin algo me iba a salir bien. Y es que siempre es igual, te tratan como si fueras la más especial del mundo y luego cuando se cansan, pasan de ti. ¿Pero tan difícil es decir las cosas claras desde el principio? ¿Tengo que ir yo detrás persiguiendo una explicación lógica? Hacer las cosas bien no cuesta tanto.
Mira que me avisaron, me lo dijeron una y mil veces, y yo no hice caso de nada. Me empeño en confiar en la gente, y está claro que solo puedo confiar en mí misma. Piensas que has encontrado a alguien que merece la pena, y que puede que esta vez, todo sea distinto y las cosas salgan bien. Pero no, era solo tu imaginación que te estaba jugando una mala pasada, otra vez.
Por suerte, o desgracia, ya he vivido esto tantas veces que ya hasta deja de importar. Ya no duele, ya no me pone triste. Solo me cabrea, y me cabrea mucho. Porque no creo que sea tan difícil decir desde el principio “no te ilusiones, esto no va a llegar a ningún lado”. ¿Para qué dais esperanzas?
¿De qué sirven todas esas palabras bonitas del principio, si luego no llevan a nada más? Llega un punto en el que, al final, ya no te crees absolutamente nada de lo que te dicen.
Pero oye, que si te lo has pasado bien, yo me alegro por ti.