Yo creo que una mujer heterosexual quiere un hombre. No estoy diciendo que viva queriendo un hombre: que viva para eso; sino que se siente atraída por los hombres, y comúnmente, quiere tener una pareja que sea eso: un hombre. Sin embargo, a veces no queremos la hombría. Nos atrae la diferencia respecto a nosotras, y luego, a algunas, o a veces, se nos complica lidiar con ella.
Afortunadamente, hay hombres para todos los gustos: yo no me veo compartiendo espacio con un tipo que grita, o que se apasiona hasta el tuétano con un partido de fútbol. Tampoco creo que haya que pasar por alto, ni vulgaridades ni desconsideraciones, porque a la criatura de treinta años, nadie le enseñó que vivía en la civilización. Una mujer heterosexual quiere un hombre: no un adolescente -usualmente-, ni un troglodita. Pero luego de observar una amplia gama de ejemplares masculinos, la mayoría personas de bien y con buena educación, me doy cuenta de que en realidad tienen una tendencia, por ejemplo, a la brusquedad y a la acción. Esto se expresa de diferentes formas, según el modo de ser del hombre en cuestión; pero suele asociarse con necesidad de resolver y con irritabilidad.
Como sabemos que el ser humano, hombre o mujer, puede controlar su temperamento y moldear su carácter, incluso en la edad adulta, a menudo, explícita o implícitamente señalamos, criticamos o pedimos al hombre que cambie su "modo de ser masculino". Sin embargo, si queremos un hombre, habría que quererlo con la hombría que trae consigo.
Silvia Parque