Me llama la atención el momento en que los chicos dejan de ser niños... o dejan de ser niños pequeños.
Le he dicho al jovencito a quien doy clase dos veces por semana, que necesito su voluntad: que sin ella no puedo trabajar. Tuvimos una conversación y acordamos dejar el asunto entre nosotros, es decir, que no le enviaría un mensaje a su mamá. Sé que vendrá dispuesto el miércoles, que volveremos a vernos; también sé que lo hará para no meterse en problemas, para "portarse bien". Es un niño. Sus papás, movidos por lo que importa a corto plazo, buscan que apruebe sus exámenes de la escuela y el que viene dentro de unos meses para ingresar a secundaria -no digo que solo les importe eso; han de hacer un gran trabajo, porque es un niño amable, considerado y creativo-. Yo haré lo que me toca en el esfuerzo por mejorar su desempeño, pero me importa sobre todo hacerle notar que lo que aprenda y lo que consiga son asuntos suyos.
Como he dicho antes, la moda educativa pone las cosas de cabeza: llena a los preescolares de "escuela", metiéndoles en una carrera absurda por "saber", quitándoles el tiempo que habrían de emplear en correr, gritar, jugar, manipular, cantar: en cosas de niños. Por supuesto, esos preescolares y muchos de los niños de primero o segundo de primaria, requieren a sus papás ahí enseguida, guiando y muchas veces haciendo junto con ellos, tareas y trabajos. Se les somete a evaluaciones no como valoraciones para apreciar cómo se desarrollan, sino para iniciarlos en el mundillo de las boletas de calificaciones y los premios al desempeño -que en el fondo son premios al "ajústate a lo que nos gusta"-. Al rato nos encontramos a un montón de muchachitos que no gestionan sus propios recursos, que no se hacen cargo de su aprendizaje, que necesitan a una mamá pendiente de si les han encargado tarea, de cuándo tienen examen y de cómo se contesta la guía de estudio -ni modo que no haya una guía de estudio o algo por el estilo-. Sé de un muchacho de preparatoria que todos los días va a hacer la tarea con su maestra de apoyo, no porque tenga problemas cognitivos, sino porque es un niño. Hay que dejarles crecer.
Silvia Parque