Revista Talentos

Del crepúsculo soñado al amanecer ahumado

Publicado el 21 abril 2016 por Perropuka

Del crepúsculo soñado al amanecer ahumado

Mis ojos han visto lo que mi cámara no fue capaz de registrar


Anteayer desde mi terraza presencié uno de los atardeceres más bonitos que yo recuerde. En esta ciudad de cielos cenizos y espejismos hirvientes a ras de asfalto, no es cosa de todos los días tropezarse con ponientes sonrosados y nubes anaranjadas. Parecía que el sol explotaba tras esas montañas como si fueran el confín del planeta. Más allá me figuraba el vacío, la nada, la oscuridad, la agonía. Perdón por estas insinuaciones poéticas y por robarle el título a algún romancero de bolsillo. Iba a seguir con las mismas ensoñaciones, pero me sale humo.

Porque no hay cosa peor para un despertar que una mañana sabiendo a cosa quemada, a hollín industrial, a chimenea atascada. Me levanté como de costumbre, con ganas de comerme el mundo, condición indispensable para degustar un generoso desayuno. Pero el ambiente sabía raro, justo como las horas siguientes a una Noche de San Juan, en la que una humareda generalizada se apodera de la ciudad de tanto atizar los chorizos parrilleros al unísono y, sobre todo, de tanto reventar la cohetería china como sustituto de las multitudinarias fogatas de antaño. No sé si las autoridades se habrán enterado, pero esta mañana el cielo amaneció a medias encapotado y no precisamente por las lluvias que se han ido hace rato de este valle polvoriento otrora el granero de Bolivia. Me duele hasta el alma ver siluetas espectrales de manzanos cubiertos de fino polvo en huertas abandonadas de Vinto. Antes todo ello olía a brisa de maizal, a vacas lecheras, a florecientes alfalfares. Hace dos días me quedé contemplando unas fotografías que el tiempo estaba borrando lentamente: inverosímil que en otra época el tranvía discurría entre sauces llorones, molles y eucaliptos. Imagino a las gentes de esos tiempos saboreando el aire con ráfagas suaves de resinas olorosas y todo aquello que retrotraen los bosques. Imagínense hoy malamente sentados en microbuses malolientes y, para el colmo, ser periódicamente azotados por el escape de algún vehículo diesel que nos antecede. ¡Cómo nos hemos jodido la existencia entre siglo y siglo!No, definitivamente las autoridades no se han enterado de que esta mañana el aire sabía a mierdoso humo. Porque ahí los vi frescos en televisión asegurando que “el aire contaminado no ingresó a la ciudad” luego del infernal incendio que se desató en el botadero de K’ara K’ara donde centenares de llantas fueron devoradas por las llamas. Todos los bomberos de la ciudad y otros voluntarios estuvieron batallando por horas para enfrentar un escenario que parecía el descalabro de un pozo petrolero. Densas columnas de humo negro daban cuenta de que allí se cocinaba algo terriblemente tóxico que requería mascarillas. El alcalde, como siempre dando la cara -desde gigantografías hasta voraces spots televisivos-, apareció al pie del cañón, quiero decir al filo de la fogata; camuflado bajo una máscara de operario no obstante lo reconocí por los mofletes. Cualquier camión que tenía pinta de cisterna fue trasladado al lugar que hasta la PIL (planta industrializadora de leche) movió uno de los suyos, falta saber qué líquido habrá llevado.

Dicen que nuestro cielito lindo no ha sido afectado de ninguna manera. Que por los buenos dioses no ha soplado ni brisa ni ha llegado el negro manto de la humareda. Que las partículas suspendidas en el aire no han de caer sobre nuestras cabezas. Que los índices de contaminación permanecen estables, afirman los ingenieros medidores y sus extraños aparatos. Que no pasa nada. Pero pasa que el cielo ardió como nunca a lo lejos, pero no tan lejos. Quiero seguir escribiendo, pero me sale humo. Ay, si Vallejo supiera.Del crepúsculo soñado al amanecer ahumado

Del crepúsculo soñado al amanecer ahumado

Algunos genios sugieren que esta densa humareda es inofensiva (Los Tiempos)

Del crepúsculo soñado al amanecer ahumado
La prueba de que las autoridades viven por encima de las nubes







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