Mi maestro audiovisual, el que me desvirga cada mañana sin hacerme daño, ayer me trajo una bobina preciosa con los trabajos de Zbig Rybczynski. Aventuras posmodernas que renueven la tradición de Méliès y repiensan el imaginario audiovisual con experimentos visuales de expresión hiperrealista.
Yo conocía su travelling eterno con título impronunciable pero me sorprendió el corto de animación firmado en los ochenta que ganó un Oscar merecido, "Tango", donde los personajes dialogan en una sala en silencio vacía, que se llena hasta hacerse barroca, donde el tiempo es simultáneo para todas las figuras y el collage la técnica que los aúna. Continué con "Steps", una pieza de apropiacionismo con las escaleras de Odesa del clásico "Acorazado Potemkin". Retomé el entusiamos con "Kwadrat" un juego que se inicia en el cuadrado blanco y termina en figuras silueteadas, el primer fragmento del vídeo que presento. De lo cartesiano pasa a lo orgánico como la revolución que vivimos del frame al pixel. "Media" y "My window" rebelan como la televisión afecta nuestra percepción de la realidad. Los media juegan con nosotros a su antojo. Y en "Orchestra" hay fragmentos excepcionales como la marcha fúnebre de Frederic Chopin, "Piano sonata No. 2." donde las manos de unos niños acarician las notas de un piano eterno.
Todavía se puede jugar en lo audiovisual, entonces juguemos.