Laura tiene el sueño de ser repostera, pero su padre tiene otro bien distinto para ella. Por eso alegando que quiere perfeccionar su francés, dejará Boston y vivirá en Nueva York durante tres meses. Lo que no se espera es que el fascinante desconocido con el que se ha besado en dos gloriosas ocasiones será su nuevo jefe en el Taormina.Boston, 1919. Laura McKerrigan-Montero conoce el destino de cualquier chica de su posición: casarse con un buen partido que convenga al negocio familiar. Pero Laura tiene un sueño: aprender alta repostería con el afamado maître pâtissier del hotel Taormina. Y, con la excusa de estudiar francés, convence a su severo padre para que le permita residir en Nueva York durante tres meses. Convertida en Laura Kerry, viaja a la ciudad de la libertad; la misma donde un desconocido la volvió loca con sus besos. Laura no imagina que, en ese Manhattan divertido y fascinante, volverá a encontrarse con él.Aunque ahora ella es una camarera y descubre que ese hombre irresistible es Kenneth Callahan... su jefe. La inminente Ley Seca llevará al hotel desconfianza, peligros y amenazas. Entre los empleados se esconde un traidor y todas las sospechas recaen en Laura. La mujer por la que Kenneth estaba dispuesto a marcharse de Manhattan y dejarlo todo.
"-¿Otra vez tú, Cenicienta?
En sus ojos grises se leía que estaba encantado con la sorpresa. Sin poder evitarlo sonrió como una tonta.
-No puede ser -murmuró consciente de que empezaba a sonrojarse-. Creí que las casualidades no se repetían jamás.
-Creíste mal -aclaró él (...)"
Paralela a la historia de Laura y Kenneth, disfrutaremos de Philip, el verdadero dueño del hotel, que sufrió un accidente durante la guerra, perdiendo la visión. Philip se encontrará con Stella, una mujer que lo sacará de su mundo de autocompasión y le enseñará a vivir de nuevo.
También Greg (el primo de Laura) encontrará el amor...
Otro punto perfecto de la historia es la ambientación, con gran maestría y casi sin darnos cuenta Ardey nos transporta a la Nueva York de la época, casi podemos escuchar el foxtrot de fondo...
Elementos como la Ley seca tienen la función de meternos en situación y al mismo tiempo tienen valor argumental.
Los personajes están bien definidos, la historia es interesante y el ambiente inmejorable, es pues una lectura recomendadísima.