dependencia del sendero
(…)...los economistas que estudian procesos de innovación y tecnología llaman “dependencia del sendero” (path dependence). En la práctica, muy pocas cosas están construidas “desde cero”, la mayoría de los inventos vienen condicionados por otros que ya existían. Con el paso del tiempo y su difusión en red, se hace difícil volver atrás, por más que aparezcan sustitutos mejores.
Un caso de estudio de libro sobre “dependencia del sendero” es el del sistema operativo Windows, de Microsoft, defectuoso y con alternativas mejores, que no pueden competir con su posición dominante de mercado. Otro es el del teclado Qwerty: ésas son las teclas que están en la fila superior, a la izquierda, en la disposición tradicional. Expertos en ergonomía, neurólogos y lingüistas han demostrado que el teclado Qwerty es altamente ineficiente. La disposición ideal, de hecho, varía según el idioma. Pero el teclado está tan difundido en dispositivos de todo tipo que es imposible volver atrás.
Uno de los ejemplos más divertidos de “dependencia del sendero” es el del tamaño del trasbordador espacial Shuttle. En la década del 90, a un economista especializado en el estudio de la tecnología se le ocurrió preguntarse por qué el shuttle tenía la capacidad que tenía.
Resultó que los ingenieros de la NASA debieron atenerse a una restricción: que los cohetes de combustible sólido que propulsaban la nave pudieran entrar en los túneles de los ferrocarriles que los transportaban. La trocha de los trenes en EE.UU mide un metro y cuarenta y un centímetros. ¿Por qué esta medida arbitraria? Resulta que los ingleses habían copiado la trocha de su propio país, construida en su momento sobre la base del ancho de los tranvías a caballo. Este tamaño, a su vez, se originó en los viejos caminos de carruajes, que copiaron en su momento el ancho de las vías romanas, que respetaban el espacio de dos caballos percherones. Es decir, la capacidad del Shuttle de la NASA dependió directamente de los caminos hechos para los percherones en la Antigua Roma.
Llega un momento, sin embargo, en el que los costos del esquema dominante son tan altos que todo se termina derrumbando.
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“Crónica desde el cubículo: qué hicimos mal en otra vida para merecer estas oficinas”
SEBASTIÁN CAMPANARIO
(la nación, 01.06.14)