Revista Literatura

Derrotero de un mentiroso

Publicado el 27 mayo 2012 por Netomancia @netomancia
Le mentí, padre, le mentí. Lo hice porque temí que me dejara y que en la soledad, me tragara el olvido. Soy culpable, lo reconozco. Mentí para sobrevivir, para seguir respirando. Pero terminé lastimándonos a los dos. Ahora lo sé, ahora que es tarde.
Escuche las campanas padre, escúchelas. Redoblan por ella, en mi mente, a cada instante, eternamente. No hay lugar donde vaya, donde pueda ocultarme, que no me persigan. Y está bien, es justo. Al fin y al cabo, le mentí.
¿A qué he venido, me pregunta? Aún lo ignoro, quizá pretendo que me diga que no había otro camino así mi corazón encuentra el sosiego, así mi mente al fin reposa en calma. Sin embargo no lo hará, usted no me mentirá. No puede hacerlo y si pudiera, no lo haría. Porque faltar a la verdad solo lo hacen los cobardes.
Míreme, parezco un desvalido. Voy solitario, un bandoneón de penas. Ni siquiera puedo caminar erguido. Deseo ocultar mi rostro, padre, que nadie lo vea. Siento vergüenza, no de mis lágrimas, sino de mis actos. Es tan triste vivir así. Arrastrando las penas, penando la vida.
Las horas por delante serán mi penitencia. El pasado, la condena. Y todo por mentirle, por miedo a lo que ahora soy, a este descalabro de persona, a este desolado presente que se ríe en mis entrañas, mientras me desarmo como un rompecabezas que ha perdido la mayor parte de sus piezas en manos de la verdad, entonces ausente, hoy juez y verdugo.

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