Echado de espaldas, con una bala metida en su cuerpo, el teniente Mann se mostró decidido al llegar al punto crucial de su relato:— Vi a tres o cuatro indios jóvenes que soltaban sus mantas, y me fijé que estaban armados. ¡Listos para disparar, muchachos, que hay jaleo! Transcurrió un instante, y oímos un tiroteo en el centro de los indios. ¡Fuego!, grité, y cargamos contra ellos.— ¡Oh, sí, Mann! Pero el jaleo empezó cuando el brujo arrojó polvo en el aire. Esa es la vieja señal de «desafío», y apenas había hecho cuando aquellos guerreros se dispararon y entraron en acción. Poco antes alguien me había dicho que si no deteníamos la charla de aquel viejo se armaría un jaleo. Estaba diciendo que las balas del hombre blanco no traspasarían sus camisas indias.Otro oficial dijo:— Aquellos sioux sabían manejar muy bien los rifles «Winchester».Por esta crítica se podía ver que era un profesional.Otro añadió:— Un hombre fue herido al principio del combate; pero continuó disparando con su «Winchester»; como cada vez se fue sintiendo más débil, y desplomándose gradualmente, sus tiros le salieron cada vez más altos, hasta que disparó al aire.— Aquellos indios estaban locos de remate. Por ejemplo, ¿te fijaste que antes de disparar alzaban sus manos al cielo? Era por devoción.
____________________________________________________________________________Caminos de herradura
Frederic Remington (Canton, Nueva York, 4 de octubre de 1861 - Ridgefield, Connecticut, Estados Unidos, 26 de diciembre de 1909)Ediciones del Cotal, 1980Frederic Remintong pertenece a la categoría de artistas cuyo modo de interpretar y representar la realidad se ha identificado con la realidad misma.
El Oeste americano que conocemos a través de las imágenes de las películas, las descripciones de los apasionados y las ilustraciones de los epígonos, es el Oeste de Frederic Remington. En sus escritos y en sus ilustraciones nos ha proporcionado una descripción tan precisa y significativa del mundo de la frontera como establecer de una vez para siempre el modelo. En él se han inspirado muchos novelistas para describir hombres y escenas de la época, a él han recurrido grandes directores de cine para ambientar sus películas y antropólogos y filólogos de las costumbres hallan en él una fidedigna fuente de estudio.
Este libro, publicado por primera vez en 1895, recoge algunos de los artículos e ilustraciones más características del prolífico autor que en veinticinco años de trabajo escribió docenas de artículos, realizó 2.700 dibujos y pinturas, ilustró 142 libros y proporcionó ilustraciones para 41 revistas diferentes, convirtiéndose en el mejor «cronista» del Oeste.