DESAMOR.
Miradas que
inventan pasiones;
emociones
recién llegadas desde el alma;
palabras
enlazadas en la noche
intentando
decirle a tu indiferente corazón
cuan
prisionero tienes al mío
en la
mazmorra de tus versos prohibidos.
Noche insomne,
escribiendo
entre dos mundos
tristes sonetos
de olvido.
Solo los
mejores
consiguen
encender con palabras
la llama del
amor.
Abandonado
en mi deriva
el insidioso
desvelo
me entrega
al amanecer;
gris, amenazante,
pesimista.
Nubes azabaches
que inquietan
como supuestas
portadoras
de tu
tormentosa frialdad.
Cabalgando cual
Atila triunfador
retumban en
mi mente los cascos de Othar,
trotando sobre
las ruinas de mi derrota,
donde no
vuelve a crecer ni la hierba ni el amor.
Es la triste
canción de mi condena,
sonando al
amanecer
en un cielo
que no me regala sus colores;
en un cielo
de corazones rotos.
Voces que no
hablan,
miradas que
no ven,
manos que no
acarician,
invisible verdugo
disfrutando
de mi tormento.
Mientras
busco esas palabras
que salven
mi corazón invadiendo el tuyo,
el mundo
seguirá entonando su propia canción
sobre amores
imposibles.