Revista Talentos

Desaparece

Publicado el 26 octubre 2014 por Isabel Topham
Has vuelto a aparecer en mis sueños y un halo de felicidad envolvía todo mi cuerpo. Me susurrabas algo al oído, inteligible, que apenas llegué a recordar tu voz junto con el recuerdo almacenado en el deseo de tenerte cerca otra vez. Un escalofrío recorrió mi espalda, y tú aún estabas allí.
Mirándome, soñando volver a ti. Allí como la última vez que te vi, increíblemente bien. Llamándome en un par de suspiros y gritando mi nombre con las mismas ganas de volvernos a abrazar. Sí, tú estabas allí en el lugar a donde me dirigí corriendo, llorando eufórica de volverte a ver.
Quería retomar el tiempo perdido, quería volver a quererte y, poco a poco vi como ibas desapareciendo entre el vaho del recuerdo, junto a mi vida. Conforme llegaba al lugar de reencuentro, te encontraba más lejos de donde realmente estabas. Contrarrestabas mis dudas y pensamientos, llenabas mi alma de lágrimas huecas de dolor. Quería huir de mis adentros, no podía sentirte una milésima más de tiempo, no podía huir de mí, ni de ti, ni siquiera podía gritar tu nombre en voz baja.
En ocasiones, percibía tu voz a centímetros de mi espalda junto al roce de tus labios en mi oreja. Estoy aquí, tranquila.- Me susurrabas mientras me veías llorar desconsoladamente sin conocer los motivos de mi locura interna. Ven, ven a mí. Te estoy esperando.- Gritabas manteniendo la distancia, sin venir a buscarme, sin muecas ni movimientos que me percatase de tu presencia.
Salí corriendo, sacudiéndome las lágrimas con una mano y volviendo a ser feliz. Alzando la vista bien en alto por si pudiera lograr ver algo más del verde natural del bosque, y escuchar más allá de las aguas que fluyen en los ríos.
Mi corazón latía cuando escuché la última palabra.
Te quiero.- Decías, sin preocuparte en absoluto por mí.

No podía creerlo, te tenía en frente. Estás ahí, justo delante de mí. Pude observar con mayor detenimiento el brillo de tus ojos, mientras algo me hizo ver que nada de lo ocurrido era real. Esta vez, no estaba dispuesta a que fuera mi razón quien me lleve a los límites de la realidad... sino esta vez era yo quien tenía razón.

Cuando alcé la voz para demostrar que no estaba loca, te vi desaparecer de delante de mí de manera fugaz, cruel y ficticia. No pude frenar el miedo a sentirte otra vez, y con todas mis fuerzas expulsé toda mi ira con tal de no volverte a ver más.
Desaparece- Grité, implorando, en mitad del campo, intentando ocultar el negro rímel corriendo por mis mejillas.
Y tú, ahí seguías, sonriendo, sonriendo de que todo esté saliendo como tú mismo planeaste. Me di cuenta de que tan sólo venías a comprobar mi certero y pésimo estado de ánimo sin tu presencia. Querías sentir aire dónde ya no se respira absolutamente nada, podías haber sentido el aire muerto que respiras cada día. Al menos, el mío, no sobrevive, es la cura para mis heridas.
Desaparece.

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