Estoy vaga, sí, mis musas se fueron de vacaciones; les dí permiso y en una tarde como ésta en la que el calor cae sobre la tierra me siento ante una hoja en blanco, blanca como mi mente, vacía como mis neuronas.
El cuerpo me pide escribir algo rebelde, tengo la necesidad de escupir palabras, sentimientos y desdenes.
Qué bien me sienta el traje de borde!
Y, por otro lado, sé que cuando me encuentro así puedo dañar.
Mi medio cerebro me dice: “Hazlo, hazlo”, con voz grave y sonrisilla ácida.
Mi otra mitad dice: “Pasa de mi vecino cerebral y sé dulce como tú eres”, con voz cálida.
No, no, no ha pasado nada en mi vida, no ha habido ningun contratiempo, sólo que me siento rebelde de ver, de sentir tantas injusticias.
Disfruto de una feliz familia, de una preciosa casa y.....¿por qué? ¿Qué he hecho yo que no hayan hecho otras personas que viven en chabolas ó a la intemperie?
Soy una mujer trabajadora, libre de opinión y de actos y....¿por qué?. ¿Qué he hecho yo que no hayan hecho esas otras mujeres a las que obligan a usar el burka?.
En una tarde como hoy, una tarde serena, apacible mi mente está caótica, vienen a mi mente miles de preguntas variadas, sin ningun tipo de conexión unas con otras.
Puedo escribir lo que me da la gana porque no soy escritora.
Puedo versar como quiera porque no soy poeta.
Puedo decirte que no me gustas porque no te quiero, porque no eres nadie para mí.
Puedo decirte que siento tanto cariño porque eres especial.
No concibo tu religión ni tengo por qué hacerlo.
Sigo en mi mundo lleno de mareas negras mentales, mi cabeza gira y gira, melodías discordantes suenan dentro de ella, Bach con música house, Micky Mouse se ha ligado a Lady Gagá, Gala y la Esteban escriben un libro, Goya pide la paleta de colores variados a Dalí formando un conjunto inconexo y mientras mi adorado Nietzsche me invita a viajar a la India.
Y mientras sigo divagando y haciéndome preguntas transcendentales como: “¿Por qué son tan pesadas las moscas?
Porque son libres como tú, me responde mi amado Nietzsche a los pies del Taj Mahal.
Siempre nos quedará la India, darling!
Autora: Emibel