Hoy os quiero presentar a otro de los personajes que viven en mis novelas, en este caso en CAZADORES DE AMBICIONES: Efraín.
Efraín es un personaje secundario que, a medida que la novela se fue desarrollando, fue creciendo y haciéndose cada vez más grande. Como escritora os contaré un secreto: esto sucede a veces, cuando los escritores somos un tanto caóticos como es mi caso.
Muchos escritores construyen los personajes con un método, los mueven por el escenario novelístico a su antojo y rara vez estos se desatan y corren solitos.
En mi caso, no es que no trabaje en ellos, sino que dejo que me hablen y no los ato en corto. Me gusta que se muevan por el papel libres y en muchas ocasiones tanto ha sido así que no tenía ni idea de lo que iban a hacer...
Así, sucedió que Efráin, un secundario que iba a servir de contrapunto a Jonás y Abraham, los dos personajes masculinos de peso en CAZADORES DE AMBICIONES, se negó a quedarse de secundario y decidió crecer y evolucionar.
De ese modo acabó ocupando un gran peso específico en el desenlace de la obra, compartiendo protagonismo con el mismísimo Jonás e incluso, por momentos, llevando la voz cantante...
Efraín es el antagonista de Jonás, y conforme yo decidía qué hacer con el personaje protagonista, el secundario fue cobrando vida página a página, con una fuerza y un vigor inusuales en un secundario que solo nació para aportar cuerpo a algunas escenas. A medida que la trama evolucionaba y con ella Jonás, el héroe (entre comillas) de la novela, también crecía Efraín. Debía dar el pie a Jonás en algunos capítulos que narraban fiestas en el club y tenía que incitarle a actuar de un modo determinado. Y así, sin yo pretenderlo, se convirtió en aquel personaje que ata al protagonista y le mueve a mantenerse en una determinada línea de actuación. Era cuestión de supervivencia...
Efraín fue tornándose un antagonista mordaz, sarcástico, a ratos divertido y con un sentido del humor inteligente e irónico donde los haya. Me llevó por ese camino gracias a los diálogos que nacieron en la parte final de la novela, en los que Jonás y Efraín interactúan en escenas culminantes de la trama. Efraín nació sin alma y eso en personajes odiosos puede resultar un peligro para la novela, pues los lectores toman partido por el protagonista enseguida y tienen unas ganas enormes de que este se lo cargue. Efraín no estaba dispuesto a que eso sucediera y usó la ironía y el humor negro para evitar que el lector deseara que desapareciera del escenario a golpe de revolver o navajazo...
Fue el mismo personaje quien se enfundó un traje de cazador y se empeñó a sacar a Jonás de sus casillas. Y lo consiguió...
Efraín es, sin duda, mi personaje secundario masculino favorito.