Descubriendo a los Reyes Magos - Artículo especial

La noche de ayer fue especial para los niños y niñas de toda España y parte de Iberoamérica, unas horas mágicas en las que camellos cargados de presentes e ilusiones acompañan a Melchor, Gaspar y Baltasar en su viaje por tantos y tantos hogares. Junto al árbol una copita de coñac, o bien leche con galletas para hacer más llevadero el trayecto y que Sus Majestades recuperen fuerzas. La tradición manda que los más pequeños de la casa han de escribir una misiva con su lista de deseos y enviarla a Oriente, donde los atareados pajes se la entregarán a los Reyes Magos. Estos harán posible que el día 6 por la mañana miles de pequeñas caritas se restrieguen los ojos brillantes de ilusión ante varios paquetes que piden a gritos que los desenvuelvan y corran a despertar a sus padres y familiares para avisarles de que ¡han venido los Reyes!

Y como toda tradición tiene un principio, también esta cuenta con el suyo, así que trataremos de responder a varias preguntas para conocer a estos entrañables personajes: ¿Quiénes son? ¿Llevaban corona? ¿Son tres o más? En la Biblia se dice lo siguiente: “Nacido, pues, Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes llegaron del oriente a Jerusalén unos magos, […] abriendo sus cofres, le ofrecieron como dones oro, incienso y mirra”. Así pues, Jesús fue el primer niño que recibió regalos de los Reyes, eso sí, muy valiosos. Como puedes ver, en la cita no se menciona realeza o numeración alguna aunque esta última característica suele achacarse a la cantidad de regalos. En la lengua original del evangelio de San Mateo, se usa la palabra “magi”, que hace referencia a sacerdotes persas, adoradores de Zoroastro, que atendían al estado de los cielos, las estrellas y resto de cuerpos celestes, como la conocida “Estrella de Belén”, por ello se cree que pudieran proceder o bien de Persia (actual Irán) o de Babilonia (actual Iraq). Un dato curioso es que Baltasar no era representado de color negro hasta el siglo XVI, tal y como señala Pepe Rodríguez en Mitos y ritos de la Navidad. Hoy en día se tiende a pensar además que cada Rey mago procedería de un rincón distinto del mundo.

El relato completo de los acontecimientos en la Biblia se resume en que estos “magos” observaron la Estrella y la siguieron hasta Belén, no sin antes consultar a Herodes. Éste, molesto pues los viajeros hablaban del recién nacido Jesús como rey de los judíos -cargo que desempeñaba el propio Herodes- les insta a informarle del paradero del niño cuando lo localicen, algo que no harán, pues conocían las malas intenciones del monarca. Acuden a Belén, donde adoran al niño, y poco después vuelven a sus tierras de Oriente. No será hasta los siglos VI y VIII de nuestra era cuando se añadan más detalles sobre la “Adoración de los Magos”, como sus nombres y su condición real. Totalmente española es la obra de teatro Auto de los Reyes Magos, una de las más antiguas representaciones literarias (s. XII) que existen sobre éstos. Aunque no sabemos qué pasó después de que “The Three Wise Men” (como se les conoce en Gran Bretaña) se marcharan de Belén, hay tradiciones populares que afirman que sus restos fueron encontrados en el siglo IV por Santa Helena, madre de Constantino el Grande, emperador romano, y traídos a Europa, para acabar en un famoso altar de la ciudad germana de Colonia.

Algunas costumbres derivadas del viaje de Melchor, Gaspar y Baltasar son las típicas cabalgatas en las que miles de personas se agolparon ayer para ver a los monarcas en sus monturas. En otros países, el día 6 de enero también es especial para los peques de la casa, como en Italia, por ejemplo. Allí los niños depositan sus ilusiones en el Hada o la Bruja Befana, que viaja con su escoba por toda la bota y llena los calcetines que los niños cuelgan en sus casas de ricos dulces o de carbón, de manera similar a lo que ocurre aquí. Ambas tradiciones, hispana e italiana, se encuentran entrelazadas en la creencia popular de que esta bruja fue una mujer que no quiso acompañar a los Reyes hasta el pesebre del Niño Jesús, pero después se arrepintió, mas ya era tarde y no pudo encontrar el lugar correcto. Por ello, cada noche del 5 al 6 de enero lleva regalos y dulces a los niños con la esperanza de que eso le ayude a encontrar el camino.

Como lees, nos encontramos con distintos personajes y lugares, pero en el fondo la ilusión infantil es la misma. Y digo infantil porque cuando se llega a cierta edad, esa esperanza se pierde, en mayor o menor grado, para quedar en un recuerdo. Pero a la vez, es el inicio de otra etapa no menos importante, ya que nos unimos al cuerpo de encargados de mantener la ilusión e inocencia de los demás niños, algo impagable.

Tal vez sea esta la razón de que cueste tanto encontrar obras enfocadas al público juvenil que traten el tema de Sus Majestades de Oriente, pues la mayoría son para niños. Una excepción la encontramos en Días de Reyes Magos, de Emilio Pascual, ilustrado por Javier Serrano, obra que recibió el Premio Lazarillo 1998. Se trata de una desasosegante lectura con un lenguaje bastante elaborado en la que se hace referencia a la cantidad de Reyes Magos que podemos encontrar no sólo en la noche de ayer, 5 de enero, sino en cualquier día de nuestras vidas. Así lo comprueba el protagonista, un joven de dieciséis años, con una difícil situación familiar y poco apego por las letras, cuya vida dará varias vueltas de 360 grados en tan sólo unos meses.

Quizá deberían existir más obras para jóvenes y adultos sobre estos peculiares soberanos, que reflejen cómo se vive la tradición y qué sentimientos despierta en cada uno, qué recuerdos e ilusiones. ¿Y tú, tiramillote, has recibido visita de Sus Majestades los Reyes Magos de Oriente?