
Luego llegó el invierno, y con él los reyes magos, que me dejaron el poder de crear palabras.


Como tengo muy mala memoria, necesitaba un lugar en el que escribir las cosas importantes y colgar los papeles con las cosas bonitas. ¡Y encontré dos! Dos tableros a la puerta de mi casa, que esperaban convertirse en pizarra e imán gracias a las pinturas casi mágicas y maravillosas.


Y así se ha ido construyendo, casi sin darme cuenta, el espacio en el que me siento, tan a gusto, a esperar a las musas Porque con ellas hay que estar alerta. Aparecen sin avisar, y más vale que te pillen tan contenta.

