(mi favorita)Luego llegó el invierno, y con él los reyes magos, que me dejaron el poder de crear palabras.
Y el escritorio se fue haciendo poco a poco, sobre un tablero anodino de Ikea, y bajo una ventana con mucha luz. Tanta, tanta luz, que tuvimos que regularla con un estor. Un estor blanco que se convirtió en lienzo para una cara que desde entonces me espía por el rabillo del ojo, un poco sorprendida, cada vez que me siento a contarte algunas cosas.
Como tengo muy mala memoria, necesitaba un lugar en el que escribir las cosas importantes y colgar los papeles con las cosas bonitas. ¡Y encontré dos! Dos tableros a la puerta de mi casa, que esperaban convertirse en pizarra e imán gracias a las pinturas casi mágicas y maravillosas.


Y así se ha ido construyendo, casi sin darme cuenta, el espacio en el que me siento, tan a gusto, a esperar a las musas Porque con ellas hay que estar alerta. Aparecen sin avisar, y más vale que te pillen tan contenta.


