Desde el primer día tu mirada me resulta familiar.
Sonrisas y miradas a espaldas de los demás.
Tu mirada de adolescente enamorado te delata, y dejaste de serlo hace tiempo.
Aquella fría mañana me sonreíste, ese pequeño gesto alegró mi día.
Tu voz acaricia mis oídos, tus labios incitan a los míos, mis manos acarician tu pelo.
Nos dejamos llevar por la locura. Esto no está bien.
Patinamos sobre hielo, tomamos café, chocolate con churros y vimos películas que ya nadie ve.
Paseos nocturnos, pasión reprimida, besos robados y miradas pícaras.