A veces es muy complicado empezar a escribir un post, ya sea por que te lanzas sólo apoyado en una idea que no sabes muy bien como desarrollar, aunque te parezca llena de fuerza y de posibilidades. En el caso de la ficción, puede que el problema sea que tenga una difícil solución de continuidad narrativa (toma frase culta, oye), o que simplemente, las gotitas de creatividad gastadas en tan formidable idea hayan agotado el frasco. En cuanto a expresar una opinión sobre un tema determinado, puede que el tema sea tan amplio que sea difícil de abordar, o que no se tenga una opinión definida, aunque te veas obligado a escribir sobre ello o a veces porque formas parte del problema y tu visión no es lo suficientemente objetiva para pensar y expresarlo con claridad.
Puede que en el caso particular de este post, las dos últimas razones que menciono se unan para dificultarme la tarea. Quiero escribir mi opinión sobre un tema tan amplio como Internet y los contenidos. Su uso, su procedencia, su objetivo. Vamos, como ponerte enfrente de un bosque y tener que caminar hacia el otro lado sin tener ni idea del camino a escoger o donde está su final. Por otra parte, soy escritor (o más bien me sueño escritor, me siento escritor) e intento utilizar para ello las ventajas que la Red me ofrece, tanto en su difusión como en la creación de mis contenidos. Pero también soy un usuario, también descargo y consumo contenidos de otras personas, también comparto, hablo, comercio y hasta expreso mis sentimientos en la red. Así que formo parte del problema en más de una de sus vertientes.
Pero también es cierto que necesito aclarar mis ideas, mis conceptos y mis opiniones sobre todo esto, sobre el bosque. Aunque bien mirado, se me ocurre más bien otro simil: el de una alambrada donde todos estamos atrapados, como Esteban McReina en La Gran Evasión, y que cada paso que damos para escapar de ella sólo provoca un nuevo enganchón, y avanzar es tan doloroso como lento.O al menos yo me siento, y siento la situación general de esta manera. Creo que necesito parar y mirar la alambrada, la mayor cantidad posible de ella y sus obstáculos, y trazar un camino. Y creo que obligarme a escribir sobre ello me puede ayudar.
El primer paso es definir un poco como quiero estructurar lo que que opino acerca de todo esto. Se me ha ocurrido estructurarlo en base, más o menos, a las cinco preguntas básicas del periodismo, las famosas cinco W (por su inicial en inglés): Qué, Quién, Cómo, Cuando y Donde. No por que yo sea periodista ni pretenda tan sólo “informar” de nada, sino porque me da una base, una plantilla para ir colocando mis pensamientos, que andan un poco alocados por la habitación. Ahora mismo uno me está haciendo burla desde lo alto del armario. Y como tampoco quiero aburrir demasiado al personal, también me permitirá alojar todas estas ideas en post diferentes.
Así que la primera pregunta es “¿Qué está pasando con todo esto de los contenidos en internet?”
La primera respuesta es tan tópica que da casi vergüenza ponerla: “La Revolución de Internet”. Internet es como esas olas gigantes de las pelis de desastres que arrasan una ciudad en cuestión de segundos. No hay calle, avenida, esquina o plaza que no se vea inundada con veinte metros de agua. No hay medio de comunicación, empresa, usuario o institución que no vea, de una manera u otra, su actividad modificada por el uso o posibilidades de la red. Desde la pequeña revista o fanzine hasta el mas poderoso medio de comunicación. Desde la emisora local de radio hasta la gran compañía de discos. Desde el escritor de cuentos infantiles hasta el autor del último Best Seller. De la librería de barrio al Centro Comercial. Hay un antes y un después. Creo que eso, además de tópico, es indudable.
Lo que nos salva de la ola es que tiene más ventajas que inconvenientes. Nunca antes se podía acceder a tantos contenidos como ahora. Y eso incluso sin contar aquellos que pudieran ser susceptibles de ser catalogados como “ilegales” por alguien. La Wikipedia, Google Maps, la Biblioteca Cervantes, la Hemeroteca de la Biblioteca Nacional, los periódicos digitales, Youtube….. los ejemplos son incontables. El mero y ahora sencillo hecho de poder hacer una visita virtual a un museo como El Prado es tan maravilloso que da pena que se pierda la emoción ante lo que supone entre tanto asombro. Somos todos Howard Carter mirando la tumba de Tutankhamon a través de la rendija: “Veo cosas maravillosas”. Con todo y con eso, lo más formidable de la Red no es la difusión de contenidos, sino la creación. Ahora mismo, cinco personas, cada una en un continente, pueden crear algo juntos sin necesidad de contacto físico. Desde un libro hasta una película. Las posibilidades son, simplemente, infinitas. Y no es de esas veces que la palabra se utiliza de manera exagerada.
Entonces, si todo es tan maravilloso ¿A que viene tanto lío? ¿Porque tanta confusión? La ola gigante ha destrozado todo, pero no ha matado a nadie. Ha roto todos los comercios, todas las tiendas, y el género está al alcance de todos, de manera natural. Vas nadando por lo que antes era la Castellana y te encuentras una peli de James Cameron. Todos lo hacen. Es una consecuencia directa de la ola. Al fin y al cabo tu no tienes la culpa de que haya llegado, y la verdad es que mola ir nadando a todos los sitios. Pero los dueños de la peli no piensan lo mismo. Andan como locos entre el esfuerzo de botar barcazas para volver a vender y botes policia para perseguir a todos aquellos que cogen pelis del agua mientras nadan o juegan al Waterpolo en lo que antes era una plaza o un parque. Por un lado, es dificil culpar a tantos millares de nadadores por simplemente recoger algo que tienen al alcance de la mano, y por otro el negocio en los barcos ya no es el mismo que en las tiendas. No existen ubicaciones físicas, sólo agua por todas partes.
Una pequeña metáfora. No consistía en nada más. Una manera de intentar abordar el caos. Para intentar abordarlo de otra manera, hagamos una diferenciación: Ocio y Cultura. En mi opinión, el lío se monta más por lo primero que por lo segundo. Se habla de Industria Cultural, cuando es probable que se tuviera que hablar de Industria del Ocio Cultural. Porque de lo que se suele hablar es de productos que generan un beneficio considerable, o al menos lo hacían antes. Asi que de lo que hablamos es por una parte de unos contenidos destinados al consumo masivo, por otra de unos contenidos culturales podríamos decir “clásicos”, y por último, de los desarrollados dentro y a través de la propia dinámica de la red.
Asi que quizás pueda terminar contestando más o menos a la pregunta de ¿Que está pasando? Pasa que algo que llevaba mucho tiempo funcionando de una manera más o menos normalizada ha dejado de hacerlo. La industria del Ocio cultural contempla como sus productos no han dejado de generar el mismo interes que antes, pero también que parte de su mercado no está ya controlado por ellos, sino añadido y equiparado a los contenidos generados por la propia Red: es decir, es susceptible de ser copiado, modificado o incluido en cualquier espacio, sin que por ello genere beneficios salvo por el tráfico que genera. Pero esos beneficios no tienen porque revertir en sus creadores. Se trata de una cuestión tecnológica (se puede hacer) que no pueden controlar esta industria. Así que requiere a los gobiernos a que legislen para controlar lo que para ellos es injusto. Tanto los usuario de nivel medio-alto como las empresas y creadores del nuevo medio se oponen a una legislación que cambie unas reglas que comprenden como ya aceptadas y de uso general en ese medio. Se trata de una cuestión de factores tanto económicos como sociales. Los gobiernos se encuentran ante una situación que no comprenden demasiado bien en un medio que les es ajeno y que por otra parte también ha cambiado la relación sociopolítica. Cualquier paso dado en cualquier dirección es susceptible de crítica por cualquiera de los “jugadores” implicados.
Hagan juego, Señores. El tablero está dispuesto. Lo próximo es saber quienes son esos jugadores.
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